La nación insular de Kiribati, en el Pacífico, será el primer país en entrar en 2023, una hora antes que sus vecinos de Nueva Zelanda.
MELBOURNE.- Con cuentas regresivas y fuegos artificiales, los habitantes de diversos centros urbanos de la región Asia-Pacífico dieron la bienvenida al primer Año Nuevo sin restricciones por el COVID-19 desde el inicio de la pandemia en 2020.
Aunque el coronavirus sigue causando decesos y consternación, especialmente en China —que lucha contra un repunte de los contagios luego de haber relajado sus estrictas medidas_, las autoridades tratan ahora al virus como una amenaza con la que hay que convivir.
En China se han organizado celebraciones en la Gran Muralla en Beijing, mientras que en Shanghái las autoridades cortarán el tráfico a lo largo del Bund para permitir que los transeúntes se reúnan en el paseo en Nochevieja.
El parque de diversiones Disneyland de la ciudad china ofrecerá un espectáculo pirotécnico especial para recibir el 2023.
En el último día del año marcado por la guerra en Ucrania, muchos habitantes del país regresaron a la capital, Kiev, para pasar la Nochevieja con sus seres queridos. Como los ataques rusos siguen teniendo como objetivo el suministro eléctrico, no se esperan grandes celebraciones y habrá toque de queda mientras el reloj da las campanadas de fin de año. Pero para la mayoría de los ucranianos, reunirse con sus familias ya es un lujo.
Mykyta, aún vestido con su uniforme militar, agarraba con fuerza un ramo de rosas rosas mientras esperaba la llegada de su esposa Valeriia, procedente de Polonia, en el andén 9. No la había visto en seis meses. “La verdad es que ha sido muy difícil esperar tanto tiempo”, declaró a The Associated Press tras abrazar y besar a Valeriia.
La pareja se negó a compartir su apellido por razones de seguridad, ya que Mykyta ha estado luchando en los frentes del sur y el este de Ucrania. Valeriia se refugió del conflicto en España, pero más tarde se trasladó a Polonia. A la pregunta de qué planes tenían para Nochevieja, Valeriia respondió: “Simplemente estar juntos”.
La preocupación por la guerra de Ucrania y las conmociones económicas que ha generado en todo el mundo se dejaron sentir también en Tokio, donde Shigeki Kawamura ha vivido tiempos mejores.
“Espero que termine la guerra en Ucrania para que los precios se estabilicen”, comentó. “No ha ocurrido nada bueno para la gente desde que tenemos al Señor Kishida”, dijo, refiriéndose al primer ministro Fumio Kishida.
“Nuestro sueldo no sube y nuestra condición empeora. Puede que a los privilegiados les vaya bien, pero no a los que trabajamos tan duro”, afirmó Kawamura.
Kawamura era uno de los cientos de personas que hacían fila en medio del frío en torno a un parque de Tokio para recibir gratuitamente la comida de Año Nuevo, consistente en sukiyaki (ternera cocinada en salsa dulce) con arroz.
“Espero que el nuevo año traiga trabajo y autosuficiencia”, manifestó Takaharu Ishiwata, que vive en un hogar de acogida y lleva años sin encontrar un trabajo lucrativo.
Además de las cajas de comida sukiyaki, los voluntarios repartieron plátanos, cebollas, cartones de huevos y pequeños calentadores de manos en el parque. Se instalaron puestos para consultas médicas y de otro tipo.
Kenji Seino, que dirige el programa de comidas Tenohasi, que significa “puente de manos”, dijo que la cantidad de gente que acudía por comida iba en aumento, ya que tras la pandemia de coronavirus es cada vez más difícil encontrar trabajo y los precios suben.
En tanto, se espera que más de un millón de personas acudan al paseo marítimo de Sydney para una celebración con un presupuesto millonario que girará en torno a la diversidad y la inclusión.
Los organizadores dijeron que el elemento principal de la fiesta de Fin de Año será una cascada con los colores del arcoíris. Desde lo alto del Puente del Puerto de la ciudad se lanzarán más de 7.000 fuegos artificiales, además de otros 2.000 desde la Ópera.
Es la “fiesta que Sydney se merece”, dijo Stephen Gilby, productor de grandes eventos y festivales de la ciudad, en declaraciones al diario The Sydney Morning Herald.
En Melbourne, la segunda ciudad más grande de Australia, los organizadores prepararon una sesión de pirotecnia para las familias a lo largo del río Yarra al atardecer, antes de un segundo pase a medianoche.
La nación insular de Kiribati, en el Pacífico, será el primer país en entrar en 2023, una hora antes que sus vecinos de Nueva Zelanda.
En Auckland se esperan grandes multitudes bajo de la Sky Tower para la cuenta regresiva de 10 segundos que precederá a los fuegos artificiales que darán la bienvenida al año nuevo. Se espera que los festejos tengan una buena acogida luego de que la pandemia obligase a su cancelación hace un año.