Santo Domingo.- La situación de las personas que habitan en sectores Vulnerables del Gran Santo Domingo es una historia de inundaciones que lo convierte en un clico de desesperanza.
A las lluvias recurrentes, que ya han afectado varios hogares, se suma la amenaza inminente de la tormenta Melissa, que continuará afectando gran parte del territorio nacional, con acumulados que podrían superar los 200 milímetros en las próximas 48 horas, especialmente en las regiones sur, suroeste y sureste del país.
El temor es latente entre los residentes, quienes ya han vivido innumerables inundaciones. La llegada de este fenómeno atmosférico podría empeorar aún más la situación, inundando casas, destruyendo bienes y, lo más grave, afectando la vida de las personas que, con el paso de los años, han aprendido a sobrevivir a estos desastres naturales, pero sin recibir una ayuda efectiva.
Aunque unos han recogido sus pertenencias anticipando lo peor, otros se mantienen vigilante esperando que “el río les dé una señal de que subirá y entrará sobre en sus hogares”, para iniciar a guardar sus bienes.

Elvis Montero, un ebanista de 37 años que vive en el barrio Los Coordinadores en Sabana Perdida, describe la angustia con la que los vecinos enfrentan cada temporada de lluvias.
“Cada vez que el río sube, lo primero es salir con lo poco que podemos cargar herramientas, neveras, lavadoras… lo que no se pueda dañar. Si el agua sigue subiendo, nos subimos a los techos", cuenta con angustia a El Día.
Para Montero, y para muchos otros como él, este ciclo se repite año tras año, sin que las autoridades ofrezcan una respuesta contundente.

A pesar de las promesas y alertas, las evacuaciones nunca son oportunas. "Siempre dicen que van a desalojar y nunca llega la ayuda. Nos dicen que van a enviar equipos, pero nunca llegan", asegura Montero, quien lleva más de 20 años viviendo en la zona.
En la misma localidad, Blanca Patricia Crespo, expresó que ella junto a sus vecinos enfrentan las inundaciones saliendo a la calle con las pertenencias de cada quien debajo una carpa.
“Nos ponemos ahí en la calle con una calpa que ponemos en mi tapa, hasta que el río baje para volver a nuestras casas", dice con un tono de resignación.
Asimismo, expresó que ningunos de los moradores de los barrios han iniciado a almacenar sus mobiliarios porque “el río les avisa cuando comenzará a desplazarse y llegará sobre las casas”.
Creespo también comparte la desesperanza de muchos: "Hemos pedido la ayuda a las autoridades, pero nunca ha llegado nada. Lo único que podemos hacer es sacar lo más esencial como una nevera, una estufa, una cama y dos o tres sillas. Así es como sobrevivimos aquí".
Andrés Beras, un hombre de 80 años que también reside en Los Coordinadores, cuenta cómo la situación no ha cambiado en más de 40 años de vivir allí.


"Cuando el agua sube, saco lo más importante, como la nevera, la cama. Pero ¿qué más puedo hacer? Nadie viene a ayudarnos. Aquí no hay quien se preocupe por nosotros", lamenta Beras, quien vive solo y depende de su fuerza y agilidad para salvar lo que puede.
Doraliza Sánchez, residente del sector Ribera del Ozama, de 63 años, comenzó sus preparaciones frente a los desastres naturales.
“Esto ya no me coge de sorpresa. Ya llevo 30 años viviendo aquí, y cuando empieza a llover mucho, sé que el río va a subir. Si sigue lloviendo, tengo que levantar mis cosas”, comenta mientras muestra cómo ha subido una cama y otros muebles.
“Si el agua sube más, entonces me refugio con los vecinos. Eso es lo que hacemos aquí", dice Sánchez con calma.
Michel Camarena, presidente de la junta de vecinos de la calle La Javilla 1, subraya cómo la situación ha empeorado con el tiempo.

Explicó que la cañada de la zona, que debería ser un desagüe natural, está tapada desde hace más de 8 años.
“Se ha intentado hacer algo, pero el trabajo es tan grande que el ayuntamiento no tiene la maquinaria necesaria”, asegura Camarena.
Dijo que a pesar de los intentos de limpiar la cañada, las lluvias siempre terminan asolando con las casas de los vecinos, quienes tienen que evacuar apresuradamente.

"La gente ya está cansada de esperar ayuda. Nos dicen que van a limpiar, pero el agua siempre viene antes de que podamos hacer algo", dijo Camarena, quien también lamenta que las autoridades solo se acercan cuando ya el daño es evidente.
A raíz de la tormenta tropical Melissa, las comunidades más vulnerables se ven obligadas a enfrentar el temor de nuevas inundaciones que podrían dejar grandes pérdidas.
Con los acumulados de agua pronosticados, muchos hogares ya están en riesgo de quedar sumergidos nuevamente, sin la seguridad de que recibirán la ayuda o los recursos que necesitan para prevenir el desastre.