Aquí estamos, Manolo

Aquí estamos, Manolo

Aquí estamos, Manolo

Este 21 de diciembre, cincuenta y cinco aniversario de tu asesinato, sigo diciendo lo mismo. Reitero casi letra por letra lo que te he dicho año tras año en mis columnas: Aquí estamos, Manolo.

Es una repetición, pero me alegra repetirlo, porque compruebo que sigo leal y constante a tus enseñanzas. No hay olvido, porque tu ejemplo y tu herencia permanecen y conservan su vigencia.

Ahora más que nunca hay que levantarlos y refrescarlos, porque vivimos tiempos de claudicaciones e inconsecuencias y hay que encontrar en hombres como tú la indispensable inspiración para aguantarse y seguir la lucha.

Si ante el cansancio o la deserción de algunos, pudiera parecer que los que luchamos con las armas en las manos junto a ti y permanecemos en la trinchera somos cada vez menos, tampoco eso es motivo para creerse solo.

Por el contrario; hay que sentirse acompañado por tu figura de gladiador insobornable, además, tú que caíste en una fría y lejana serranía, tampoco estuviste solo, porque en ese instante supiste representar la rebeldía y el valor de un pueblo entero.

Entonces te sembraste como la buena semilla, señalaste el horizonte hacia el que debíamos avanzar para restaurar las libertades y la constitucionalidad que un golpe militar malograra aquel 25 septiembre de 1963, y esa parte de tu herencia germinó en la conciencia fértil y el honor de aquellos militares que, junto al pueblo combatiente, pusieron los fusiles de la insurrección al servicio de la ley y el 24 de abril de 1965 escribieron una de las más bellas páginas de nuestra historia.

Si entonces señalaste el camino, aun hoy sigue indicándonos lo que falta por hacer.

El patriotismo probado con hechos, la honestidad, el rechazo tajante a la corrupción, el ejercicio de la política al servicio del pueblo, el anhelo de justicia y el rechazo a la impunidad que desde entonces y bajo la consigna inmoral de borrón y cuenta nueva, se implantó en el país.

El ideal revolucionario. Esos valores, parte inmortal de tu mejor legado, hay que tratar de honrarlos no importa la adversidad. En eso estamos. Aquí sigo, como tu soldadito.

Repito: ya el tiempo se llevó al jovencito sobrado de agilidad y fuerzas físicas que se fue contigo a la montaña. Pero no importa, aquí está el viejo, sin cansarse, con temple espiritual suficiente para decirte siempre: Aquí estamos, Manolo.



Etiquetas