La atención pública se ha centrado en los últimos días en la captura de José Figueroa Agosto y la entrega voluntaria de Sobeida Félix Morel.
Otros temas, como, por ejemplo, los Juegos de Mayagüez y el alza en los precios de la gasolina por citar sólo algunos-, han quedado relegados a un segundo plano.
Al mismo tiempo, observo con preocupación cómo se ha ido desarrollando una especie de simpatía y admiración hacia los dos personajes citados, al extremo de formularse quejas y protestas porque la pobre Sobeida va a ser juzgada aquí en medio de tantas inseguridades, y no en Puerto Rico, rodeada de unas supuestas garantías inexistentes en su propio país.
A quienes así piensan, movidos talvez por un sentimiento sano, pero equivocado, hay que recordarles que la pobre Sobeida se encuentra hoy en su difícil situación sencillamente porque ella escogió ese camino tortuoso aliándose a personas igualmente cuestionables.
Si en la República Dominicana hay o no hay seguridad para las personas metidas en el narcotráfico y el lavado de activos, ¡qué pena!, pero este es el escenario que a ella le toca, con todos sus riesgos e inseguridades.
Cada cual con lo suyo, dice un refrán, que en este caso tiene perfecta aplicación.