Aprender de Qatar

Aprender de Qatar

Aprender de Qatar

Federico Alberto Cuello

Todo estudiante de cconomía en el INTEC de los 1980s se aprendió bien la lección: exportar sólo recursos naturales puede ser una trampa.

Qatar en cambio ha demostrado que puede ser todo lo contario. En apenas 38 años dejó detrás el destino al que parecía condenado.

Derrocado en 1994 el abuelo del actual Emir, Qatar apostó por la licuefacción del gas natural, llegando a ser el tercer suplidor mundial y dominando la distribución mundial en sus gigantescos tanqueros de fabricación china y coreana.
La inmensa riqueza así generada nutre un fondo soberano invertido conservadoramente en activos internacionales y en diversificar la economía para que los hidrocarburos representen apenas 5% del PIB en 2030.

En 2010 era 84%. Ese fue el año en que Qatar obtuvo la sede de la copa mundial de fútbol 2022, la cual celebra con estadios sobrevendidos, hoteles repletos dentro y fuera de Qatar y una campaña mediática que dice más sobre la doble moral de sus críticos que de lo mucho que ha avanzado el emirato en 12 años.

Obtener la sede conllevó US$300 mil millones en inversiones en Qatar, incluyendo 8 estadios, 3 líneas de metro y miles de kilómetros de avenidas, carreteras y pasos a desnivel. Es el destino regional del turismo deportivo y posiblemente será la sede olímpica en 2036.

Obtener la sede generó empleos para miles de inmigrantes regulares. 80% de la población qatarí es extranjera, documentada y con seguro de salud, conforme a una moderna legislación laboral elaborada por la oficina de la OIT en Doha.

Obtener la sede puso celosos a los vecinos, quienes pretendieron con un boicot convertir a Qatar en un estado vasallo, gobernado por otra dinastía menos independiente.

Lejos de paralizar a Qatar, el boicot resultó en un país más resiliente a los choques económicos, acelerando la diversificación de la economía, la seguridad alimentaria y el fortalecimiento de la capacidad para detectar y actuar con celeridad frente a las campañas mediáticas.

En el ínterin, Qatar demostró la solidez de su sistema de salud, cuya cobertura universal le pemitió un desempeño sobresaliente en la contención del contagio de COVID-19.

Ni el boicot ni la pandemia doblegaron a Qatar, al punto de que a principios de enero de 2021 los líderes que más hostiles le habían sido abrazaban jubilosos al Emir Tamim Bin Hamad Al Thani, dejando detrás 40 meses de separación familiar y pérdidas más cuantiosas para los vecinos que para Qatar.

Esos mismos líderes acudieron jubilosos al mundial de fútbol, pues el triunfo de Qatar es el de toda la región.
Numerosas conexiones aéreas diarias desde Dubai, Kuwait, Muscat y Riyadh permiten presenciar los partidos sin tener que dormir en Doha, cuya capacidad hotelera quedó desbordada por el éxito y cuya economía redujo su dependencia del gas natural y el petróleo a 60%.

Aprender de Qatar es saber que emplear inmigrantes es posible siempre y cuando residan en condición regular.
Y que sólo una economía diversificada y una sociedad con igualdad de oportunidades para todos nos hará resilientes frente a las presiones de vecinos grandes o pequeños.



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