Aprender de los errores

Aprender de los errores

Aprender de los errores

German Marte

La mayoría de la gente, especialmente nosotros los dominicanos, ve los errores como algo enteramente negativo (lo cual no es cierto), y por eso pocos aceptan de buenas ganas que se han equivocado, no importa si se trata de algo grave o una tontería.

Aquí nadie quiere perder, «nadie» se equivoca. Quienes así reaccionan ante un error o una derrota pierden de vista, primero que todos nos equivocamos, que errar es de humanos. Que admitir una equivocación, o un defecto propio lejos de empequeñecernos nos puede ayudar a ser mejores, claro si actuamos con humildad e inteligencia.

Sin embargo, son muchas las personas a quienes les resulta muy difícil, a veces imposible, aceptar que tienen tal o cual defecto o que se equivocaron. Sin duda que el premio se lo llevan los «líderes» religiosos, los políticos, los abogados, los funcionarios públicos.

Pero la terquedad es algo característico de los hombres. Por eso da tanta brega aceptar una idea nueva, la opinión ajena. Así somos. Durante la Edad Media fueron muchos los que fueron a parar a la hoguera por herejes.

Durante la llamada Guerra Fría miles de personas fueron mandados a fusilar solo por tener ideas socialistas o comunistas o capitalista. Países enteros han sido destruidos porque a esta o aquella potencia le parece «un gran peligro el presidente o el gobierno» que se han dado sus nacionales.

En nuestro país, fueron muchos los jóvenes perseguidos, encarcelados, torturados y no pocas veces fusilados por tener ideas contrarias al sistema o al gobierno de turno. Afortunadamente, después de mucha sangre y sacrificio eso fue superado (aunque todavía se pasean impunemente por ahí antiguos torturadores, sicarios de las dictaduras de Trujillo y Balaguer).

Tristemente, el ser humano es de los pocos animales capaz de tropezar dos veces con la misma piedra. Pero no tiene por qué seguir siendo siempre así. Solo los grandes hombres son capaces de admitir sus errores y enmendarlos. Se puede y se debe aprender de los propios tropezones y también de los ajenos.

Un hombre inteligente siempre aprende de sus errores tanto o más que de sus aciertos. Pero más inteligente aún es quien es capaz de aprender de los errores ajenos. Bastaría con que un joven se detenga a observar qué pasa al final con quienes se dedican al crimen organizado como el robo o el narcotráfico: la enorme mayoría acaba en la cárcel o en el cementerio. Uno de cada cien, quizás, llega a tener fortuna, pero no pueden disfrutarla, viven en una zozobra permanente.

En la política, los corruptos acaban ricos, pero sin moral alguna, no dejan de ser unos vulgares ladrones cuyas familias no podrá jamás sentirse orgullosa de ellos. A nivel de la conducción del Estado un error común ha sido una baja y mala inversión de los magros recursos o bien de la riqueza que producimos entre todos.

Una actitud inteligente de los buenos gobernantes es estudiar -para no repetir- errores de sus antecesores, que en el caso dominicano la ha sido el derroche de recursos, y que mientras los burócratas cobraban y recibían beneficios como si pertenecieran a un nación rica, la inversión en salud, educación, vivienda, agua potable y seguridad ciudadana es sencillamente una vergüenza.

Ese ha sido un error permanente de nuestros gobernantes y la oligarquía que los ha apoyado. Es tiempo ya de aprender de esos errores y cambiar de rumbo. Ojalá y así sea a partir de ahora.



German Marte

Editor www.eldia.com.do

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