Hay muchas formas de demostrar la amistad, el cariño o el agradecimiento, y una de ellas es mediante un regalo el día de cumpleaños de la persona a quien se quiere halagar.
Es oportuno recordar que existen reglas para quedar bien al momento de ofrecer un presente.
Un regalo no tiene que ser ostentoso ni extravagante. Basta con que sea personalizado y sincero, o sea, que el agasajado se dé cuenta de que el presente fue buscado especialmente para él, y que eso se hizo con verdadero cariño.
A propósito de regalos, me viene a la memoria lo sucedido a tres hermanos que hicieron sendos presentes a su madre ya muy entrada en años, con motivo del cumpleaños de su querida vieja. Los tres eran hombres de éxito y con muy buena posición económica.
Yo -dijo el primero- le regalé a mamá una mansión que me costó varios millones de dólares.
Yo -comentó el segundo- le envié un Mercedes Benz último modelo, con chofer y todo.
El tercer hermano sonrió y dijo: Yo creo que les gané a los dos. ¿Recuerdan ustedes lo mucho que le gustaba a mamá leer la Biblia, hasta que, por la edad, sufrió de la vista y no pudo seguir leyendo? Pues bien, le envié un loro que recita de memoria la Biblia entera.
Se lo compré a un entrenador que pasó 15 años adiestrándolo. Es un loro único en el mundo.
Mamá solamente tiene que decirle cuál pasaje quiere oír, y el loro se lo recita de una vez.
Cuando regresaron a su respectiva casa los tres hijos recibieron las cartas de agradecimiento de su madre.
Milton le escribió al primero-, la casa es demasiado grande. Yo vivo metida en un cuarto, pero hacer la limpieza en este palacio me tiene loca.
Gerardo -le dijo al segundo-, estoy muy vieja para andar paseando en carro. Siempre me quedo en casa, así es que uso muy poco el Mercedes y el chofer es muy odioso.
Querido Juanito escribió a su tercer hijo-, ¡qué buen sentido tuviste y qué atinado fuiste para saber lo que a tu madre le gusta! El pollo que me mandaste estaba delicioso.