Apoyo a Siria divide posiciones en la ONU

Washington.-Rusia y Estados Unidos dejaron expuestas ayer sus divergencias y desconfianza mutua con relación a Siria, en una jornada en que Moscú utilizó nuevamente su derecho de veto sobre una resolución de la ONU dirigida directamente contra Damasco.
En Moscú, el secretario estadounidense de Estado, Rex Tillerson, mantuvo reuniones con su homólogo Sergei Lavrov y el presidente Vladimir Putin, en una tentativa por hallar un terreno común entre ambos países con relación a la catástrofe siria.
Este es el octavo veto ruso contra la resolución de condena a Siria.
En una tensa conferencia de prensa junto a Lavrov, Tillerson admitió que existía un “bajo nivel de confianza” entre Moscú y Washington a pesar de los esfuerzos por mejorar el diálogo.
El centro de las divergencias es el presunto ataque con armas químicas contra la aldea de Jan Sheijun, el 4 de abril, por el que países occidentales responsabilizan al líder sirio Bashar al Asad, pero sobre el que Moscú defiende investigar primero.
A raíz de ese ataque, Washington disparó la semana pasada 59 misiles de crucero contra objetivos en Siria, en un gesto que Moscú condenó en los más severos términos.
En la capital rusa, Tillerson defendió la salida “de forma organizada” de Asad del poder en Siria, aunque Lavrov le recordó el precedente de devastación y caos que dejó la salida de “dictadores”, como ocurrió en Libia e Irak.
Poco antes de recibir a Tillerson para un encuentro que no estaba oficialmente agendado, el propio Putin había admitido que las relaciones entre Moscú y Washington estaban en peor situación que en la época de la presidencia de Barack Obama.