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Aplicarla hasta que se vuelva costumbre

La medida del Ministerio de Interior y la denominada Fuerza de Tarea, de prohibir el porte de armas en lugares de venta y consumo de bebidas alcohólicas, es saludable.

Si la decisión de estar armado en un lugar privado de uso público responde a un motivo de seguridad personal, posiblemente la mejor decisión que debe adoptar la persona de que se trate es la de no acudir o no permanecer allí.

En cambio, si de lo que se trata es de divertirse o pasar un rato, o unas horas en compañía de amigos o contertulios, con armas de por medio las posibilidades de que un buen momento termine en tragedia crecen de manera dramática al calor de bebidas espirituosas.

Las armas, no importa si son de las denominadas blancas, o de fuego, con permiso de porte o sin él, no deben estar de por medio cuando de lo que se trata es de divertirse.

Interior y Policía, de acuerdo con lo anunciado el lunes pasado por la ministra Faride Raful al final de la reunión de seguimiento al Plan de Seguridad Ciudadana que tiene lugar cada siete días con la participación del presidente Luis Abinader o un representante suyo, sancionará con el cierre temporal de los establecimientos de venta de bebidas alcohólicas que se salten esta regla.

En realidad no se trata de un capricho de la funcionaria, sino de una resolución, la 004-2025, que las autoridades se proponen hacer cumplir con el propósito de seguir incidiendo en la reducción de los índices de violencia.

Queda, por lo visto, por cuenta de estos negocios la aplicación de los procedimientos para enterar a sus clientes sobre una resolución que no distingue entre las armas blancas y las de fuego.
Estamos, sin dudas, ante una medida que debe ser de tan largo aliento que tenga que volverse costumbre.

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