Apareció mi escalera…

Apareció mi escalera…

Apareció mi escalera…

Dra. Zoribeth Martínez

Hace aproximadamente dos semanas mi madre, con su inocencia a flor de piel, le prestó una escalera a un vecino cercano del cual ella obviaba era un ladrón del sector.

Al llegar a la casa y enterarme del suceso le reclamé diciéndole que cómo se le había ocurrido prestarle la escalera a dicho tipo.

El caso es que en los siguientes días nos encontrábamos con el delincuente, disfrazado de santo, diciendo que: ¨mañana a las 12 se la entrego que estoy haciendo un trabajo en un negocio y el tipo cierra el negocio y está dentro¨, yo, cansada de los mismo, y de que quiera vernos la cara de p……. decidí enfrentarlo públicamente y a fuerte voz delante de todos los vecinos del área para que por lo menos tuviera vergüenza y la decencia de cambiar… pero no obstante seguía con los mismo de que mañana a las doce y eso me enfureció muchísimo más por lo cual exploté y le repetía constantemente: ¨quiero mi escalera y la quiero ya, a mí no me sigas dando ¨muelas¨ que en eso soy experta ya que soy odontóloga y no caigo en ese gancho. No me marees más que yo no bebo y por tal razón no se me emborracha¨.

Entonces, al no ver manera de escape porque lo estaba enfrentando, el muy cínico me dijo: ¨vamos al destacamento para que hagamos un acuerdo y así mañana yo entregarte la escalera¨. Me acompañaron mi hermano y otro vecino.

Él no sabía en el lío que se estaba metiendo. Al llegar al destacamento de Invivienda, que estaba a cargo me envió al departamento de robos y entonces el delincuente estaba asustado y le dice a la comando a cargo: ¨nosotros vinimos a hacer un acuerdo¨. Inocente él. Inmediatamente fui al otro departamento y el ladronzuelo estaba bien asustado… Era que jamás se imaginaba que lo iba a llevar de verdad ante la policía. Creyó que lo íbamos a dejar así de sencillo en cuanto a su abuso de confianza. Se podrá meter con quien quiera, pero a mis padres hay que respetarlos.

Estaba en un estado bien alborotado, a lo que dijo el sargento mayor Felipe Frías: ¨esta nada más es chiquita¨, porque con el tono de voz y la alteración que tenía ellos trataban de calmarme pero yo no cedía.

Fui a poner la denuncia, e investigando luego de salir del destacamento con mis vecinos, es larga la lista de los galenos a los cuales dicho señor, utilizando abuso de confianza, ha embaucado; a una vecina un dvd, a otros les fue a pintar y se llevó todos los utensilios de pintura que no eran de él, a otro una extensión y una larga lista que si sigo escribiendo no termino, pero nunca lo denunciaron. Ese no iba a ser mi caso.

El susodicho me rogaba que no lo dejara preso, que mañana a las 12, como siempre, pero con una fuerte actitud y a toda voz le dije que NO, porque me quería marear siempre con lo mismo.

Muchos vecinos se me acercaron y decían: ¨perdiste la escalera¨. Pero por dentro decía: ¨yo todavía creo en la Policía y espero que resuelvan¨.

Fui al otro día al destacamento sin ellos llamarme y a los minutos de estar ahí estaban llegando los comandos con mi escalera; el delincuente la había empeñado en una compra venta y por eso eran los cuentos a diario.

Tomaron las notas de lugar y uno de los que participó en la búsqueda me acompañó al vehículo, por cierto, que andaba con  mi hermana menor, y  pude volver a mi casa con el objetivo que fui a buscar.

Quiero agradecer al sargento mayor Felipe Frías Frías, al capitán Colón García, al mayor Rosario y al sargento mayor Ronneidy Montero quienes actuaron de manera rápida y en mucho menos de 24 horas ya tenía lo que andaba buscando. Se comportaron de manera diligente y actuaron como debe actuar un departamento para servir al pueblo. Me siento muy orgullosa de ellos por el servicio brindado y por las atenciones otorgadas hacia mi persona. De verdad, gracias.

¡Todavía puedo creer en la policía!



Dra. Zoribeth Martínez

Odontóloga, periodista, locutora, a veces poeta y cantante. Futura abogada y endodoncista. Soltera. Dominicana y Venezolana. Amante del mejor deporte del mundo: el béisbol

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