*Por Marbel Güilamo Peña
“La responsabilidad es de todos”.
De acuerdo con diversos organismos internacionales, la corrupción y el soborno generan un impacto negativo en la sociedad. Según el Banco Mundial, cada año se pagan sobornos por más de un billón de dólares estadounidenses en todo el mundo.
Transparencia Internacional en su informe – Índice de Percepción de la Corrupción 2021, el pasado 25 de enero de 2022, revela que los niveles de corrupción se han estancado en los últimos diez años.
Además, es necesario mencionar que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) manifestó que la corrupción y el soborno deterioran el buen gobierno, obstaculizan el desarrollo, erosionan la justicia, atentan contra los derechos humanos, aumentan el nivel de pobreza e incrementan el costo y disminuyen la calidad de vida, pero sobre todo debilitan las instituciones.
A pesar de ello, es preciso señalar que los organismos internacionales están implementando canales de denuncia, acreditaciones, certificaciones internacionales, investigaciones y publicaciones para concientizar y mitigar actividades vinculadas a la corrupción y el soborno. Además, los gobiernos están impulsando la transparencia gubernamental, emitiendo leyes y normativas para castigar estas actividades y generar confianza y credibilidad en sus jurisdicciones.
Asimismo, las empresas privadas también deben aportar su granito de arena en la lucha contra la corrupción y el soborno. La implementación de mecanismos que sean parte de la cultura ética corporativa de la organización y de sus modelos operativos puede mitigar el riesgo de corrupción y soborno, así como fortalecer su gestión del riesgo reputacional.
La prevención de la corrupción debe considerarse una responsabilidad compartida entre el sector público y privado. Normas internacionales como la ISO 37001 proporcionan un marco para establecer, implementar, mantener y mejorar un sistema de gestión antisoborno en las organizaciones. Un Sistema de Gestión correctamente estructurado proporciona a las organizaciones lineamientos de garantía para prevenir y mitigar actividades propias de la corrupción y soborno.
En otras palabras, combatir la corrupción implica mayor estabilidad y sostenibilidad de mercado, permitiendo así que las organizaciones puedan ser más competitivas, garantizando el libre comercio en un mundo globalizado. Sin embargo, cuando se atenta en contra de las normas y principios que rigen las relaciones comerciales, intervienen en el proceso a través de la corrupción el uso ilegítimo de información privilegiada, el tráfico de influencias, la evasión fiscal, la extorsión y malversación de fondos; todo lo anterior no solo genera competencia desleal, sino que reduce la inversión externa, deteriora la economía y los valores sociales.
Finalmente, es importante destacar que la corrupción nos incumbe y afecta a todos, es ostensible y se ha convertido en el gran cáncer que corroe las democracias y los valores sociales. Se expande por todas las instituciones pudiendo llegar a un punto en el que la sociedad la normaliza y la asume como parte del sistema. Y este es nuestro mayor reto como sociedad, tomar conciencia. Por eso es muy importante que todos nos impliquemos como ciudadanos en la lucha contra la corrupción, pero sobre todo que preservemos los valores sociales para poder transferirlos a las generaciones venideras.
*El autor es catedrático universitario y especialista en Materia de Cumplimiento Ético, Riesgos y Anticorrupción.