*Por Milossis Liriano
Una de las cosas que más amo de la democracia es que los grupos vulnerabilizados puedan expresar a través de protestas pacíficas su inconformidad frente las medidas que lesionen sus derechos.
Un ejemplo de ello es el campamento instalado por grupos de mujeres y frente al Palacio Nacional, en demanda de la inclusión de las tres causales dentro del Código Penal.
En honor a la honestidad y viendo esta acción con sangre fría, significa que aún el tema no se ha solucionado. ¿Por qué tenemos que llegar a ese punto, forzando a las mujeres a mantener una lucha que lleva más de 20 años, ante los ojos de gobiernos pasados y presentes?
Mientras el hacha va y viene, aceptemos que el acuerdo entre los que están a favor y en contra se hacen imposible. Seguir con tal panorama, no sólo genera un clima de conflicto permanente, desgastante, sino que ante los ojos del mundo somos un país que niega derechos y da la espalda a las mujeres, sobre todo, a las más pobres.
Los políticos que nos gobiernan no deberían continuar ignorando esta situación. Es tiempo de que en la República Dominicana se reconozcan los Derechos Humanos de las mujeres. Es simplemente una cuestión de justicia.
Les recuerdo que como la leche al hervir sube y rebosa el recipiente, queremos evitar la exasperación encontrando una solución oportuna, inclinada a favor de las mujeres.
La Constitución y las leyes dominicanas protegen el derecho de las y los ciudadanos a protestar, pero, que los tomadores de decisión no se duerman en sus laureles, y que se enfoquen en este debate político de interés público.
En un país con gobiernos y legisladores con oídos sordos frente a los derechos de las mujeres, es necesario intensificar la resistencia. Seguirá la organización, porque el fin es, que las mujeres y niñas del presente y futuro vivan en un país más justo para ellas.
*Periodista y activista social