Ante la voz del amo
Si alguien pensó que a la renovada ofensiva del gobierno de Donald Trump, los países latinoamericanos responderían con un frente común de resistencia, la sumisión y la actitud claudicante de algunos gobernantes debe haberlo desengañado.
Esa embestida yanqui está empezando, Trump lleva apenas días en la presidencia y la región está conmocionada.
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Unos de los ejes de su política es la persecución a los emigrantes y ese es cosa de gran envergadura.
Ya se habla de crear campos de encierros masivos para los indocumentados, de usar las cárceles del territorio usurpado de Guantánamo, de enviar deportados a los infiernos salvadoreños de Nayib Bukele, y mientras el presidente norteamericano amenaza a otros países; para completar el cerco, ha sido enviado el secretario Marco Rubio a transmitir, como cualquier procónsul, los mandatos de Trump a varios gobernantes de la zona.
Y lo que se está viendo es vergonzoso. El presidente José Raúl Mulino habló de soberanía innegociable sobre el canal de Panamá, pero cuando llegó Rubio y reiteró que “bajo ningún concepto su país acepta los actuales términos de la relación entre China y Panamá”, entonces se vio que ese discurso patriotero de Mulino sobre el canal era una máscara para ocultar lo esencial, que es la llamada influencia china en Panamá.
Sin delicadeza ni pudor, cayó rendido. Revisará los acuerdos con China sobre el canal y se retirará de la iniciativa de la ruta de la seda.
Con el presidente guatemalteco Bernardo Arévalo, el enviado no tuvo que bregar mucho, para que don Bernardo se comprometiera a desplegar millares de soldados para atajar la emigración, que es lo mismo que ponerse de peón a cuidarle la frontera a los yanquis.
Bukele dijo que sí, que servirá de carcelero de prisioneros enviados por el Gobierno yanqui y hasta la digna presidente de México y el poderoso Canadá, se han comprometido a reforzar la custodia de las respectivas fronteras con Estados Unidos. A punta de amenaza, Trump va involucrando a toda la región en el asunto migratorio norteamericano.
Como escribo miércoles, aquí aún se está a la espera de la visita del procónsul. Ya veremos los resultados de sus tratos con el presidente dominicano, que ha dicho y demostrado estar del lado de los norteamericanos.
Así, el anhelado frente de resistencia a la embestida yanqui lo han roto los gobiernos dóciles. Ya alguna vez, más temprano que tarde, los pueblos, las naciones y los gobiernos dignos sabrán construirlo y liberarse. Es la esperanza.
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