Ante la inquietante porosidad fronteriza

En alguna parte del país debe de haber una demanda muy alta de mano de obra que convierte en una operación rentable los riesgos que implica satisfacerla.

De otra manera no se entiende que tanta gente se dedique a traficar con inmigrantes para cubrirla.
Particularmente mediante procedimientos repetidos.

Cada semana es detenida una yipeta atestada de personas tal vez recogidas en la frontera, o en las comunidades vecinas.

Y el procedimiento se repite tantas veces que termina por volverse sospechoso.
El fin de semana que acaba de pasar fue hecho del dominio público que una patrulla del Ejército detuvo en Jicomé, de la provincia Valverde, al conductor de una yipeta con 20 hombres y 3 mujeres haitianos sin documentos.

Y como es de suponer, estas personas son registradas de alguna manera y devueltas a su país.

En relación con los traficantes involucrados, se supone que son enviados ante la justicia; pero recientemente hemos visto el caso de uno de ellos que estando bajo una medida de coerción que le impuso un tribunal de Montecristi, consistente por lo menos en presentación periódica, fue detenido por reincidencia en el tráfico de estos extranjeros.

Por lo visto algo no está funcionando como debe ser cuando hay de por medio detenciones, coerciones y pérdida de dinero.

O alguien está perdiendo su tiempo en este juego consistente en detener, devolver a su país a los inmigrantes para tenerlos de nuevo por docenas, a través de una puerta giratoria, en el lado dominicano.