Anatomía de un siniestro
La lesionología forense –y no la traumatología–, es la rama de la medicina que estudia las lesiones: su origen, características, etiología, evolución y consecuencias.
Se enfoca en analizar cómo se produce una lesión (mecánicamente, químicamente o térmicamente) y qué efectos tiene en el cuerpo.
Es un concepto médico-legal, ya que las ciencias forenses no curan, sólo diagnostican. Y lo hacen como un dictamen, que es la opinión experta del forense sobre una violencia, sin importar su etiología (clasificación).
Los eventos de emergencia y de rescate, de recuperación y de identificación de cuerpos y de víctimas sobrevivientes del lugar del suceso conocidos en la discoteca Jet Set, ubicada en la avenida Independencia, a la altura del kilómetro 6 de la ciudad de Santo Domingo, se pudo constatar, ciertamente, que el país no cuenta con una institución estrictamente científica, como debe ser un Instituto Nacional de Ciencias Forenses, que debe confirmarse si su incumbente se presentó al lugar, porque de no ser así, es una falta terrible. Vimos a otros actores declarar sobre los nefastos sucesos de manera empírica.
No se puede aplicar justicia, si la escena (territorio sagrado para los forenses), que es el lugar donde se encuentran los protagonistas de la violencia que ha ocurrido (aunque sea un accidente, aparentemente), no es exclusivamente analizada la evidencia física por los especialistas, que luego serán los únicos medios de prueba que permitirán al juez establecer fehacientemente cómo ocurrió el hecho.
Aunque sabemos que cuando ocurre un siniestro, es decir, un evento o situación que ha causado daños, lesiones o muertes, y que es objeto de investigación para determinar qué, cómo y por qué ocurrió, desde el punto de vista del trabajo desplegado por los forenses, no pueden faltar ni un sólo de los procedimientos que acompañan el manejo de la escena.
Los enumero ahora porque la población no los vio, no los entiende y, dado el nivel en que se desarrollaron, atestiguan que tanto el organismo de Emergencias como el Inacif no cuenta con equipamientos o recursos; el segundo, no tiene peritos profesionales capacitados.
Toda escena es un acto de investigación forense. No puede faltar el correcto acordonamiento del sitio, la cadena de custodia, los procedimientos para la preservación de los indicios, la recolección de los materiales, el trabajo de un laboratorio ambulante habilitado en el lugar para múltiples funciones de uso de pruebas científico-técnicas de interés, la fotografía forense, signalética o con fines de identificación, el embalaje de evidencias, protocolo para el trasladado de cuerpo, su identificación a los familiares, para su entrega. (No es la familia quien identifica el cadáver, es el cuerpo médico-legal).
La víctima muerta no se debe mover, sólo el forense debe hacerlo. Esa regla elemental, debe cumplirse al menos con la fotografía, que lo documenta todo. Y porque de seguro, los familiares de esta víctima, en particular, al momento de incoar una demanda, necesitarán las pruebas de su víctima, tal cual ocurrieron.
Si estos puntos decepcionaron a la población, lo mismo ocurrirá con el informe forense de este siniestro. No servirá de mucho. Y lo firmará una persona sin ninguna calidad para ello.
Desde la creación del Inacif, en 2004, mediante Resolución num. 13914, y posteriormente mediante la Ley núm. 454-08, G. O. núm. 10491, 28 de octubre de 2008, el organismo ha tenido dos pseudodirectores; uno, ingeniero industrial, ahora, una falsa antropóloga, o recién graduada de medicina. Lo importante es que el país modifique dicha ley y, por supuesto, rectifique a ese organismo.
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