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Ambiente ni promisorio ni apacible

Ambiente ni promisorio ni apacible
Roberto Marcallé Abreu

Al aproximarse las horas que pondrán fin a un año desbordado de complejidades y en el que no ha estado ausente la preocupación colectiva por nuestro destino ni los esfuerzos por concretar nuestros más íntimos sueños y aspiraciones, es aconsejable reencaminar una parte relevante de nuestros ánimos a la tarea de recomponer nuestra percepción de República Dominicana.

Es imprescindible que ocupen un lugar privilegiado los esfuerzos orientados a contribuir con el bienestar colectivo, así como eventuales acciones orientadas a enfrentar inconvenientes y dificultades que nos agobian en el más profundo sentido de la palabra.

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Como país y como pueblo, somos la suma de nuestros sueños y aspiraciones, que anhelamos concretar con nuestro trabajo, pero principalmente con nuestra atención prioritaria. Se trata de orientar tales propósitos hacia el logro de las aspiraciones colectivas y la resolución de las dificultades que impiden una existencia de paz y de progreso sostenidos.

Debemos poseer la suficiente sobriedad y entereza para situar en primer término una postura de esta naturaleza, por cuanto resulta más que evidente que sólo si visualizamos las soluciones a implementar de manera mancomunada y armoniosa, difícilmente se puedan derivar resultados positivos que favorezcan a la colectividad.

Si conversáramos con las figuras esenciales que adornan los momentos más trascendentes de nuestra historia y las gestas más heroicas de nuestra nacionalidad, arribaríamos a conclusiones colectivas de esta naturaleza.

Desde hace décadas atravesamos momentos desbordados de eventualidades indeseables. Es preciso cerrar las puertas de acceso a las ambiciones y apetitos particulares, desdeñar grupos, caracterizados por posturas egoístas y desorbitadas o apetencias impropias.

El horizonte está desbordado de dificultades de toda índole y reposa en nosotros que nuestro destino se vea coronado con las alternativas más encomiables.

Padecemos momentos y circunstancias desbordados de peligros y aprensiones. El ciudadano debe estar alerta de cuanto ocurre y mostrar su disposición de participar en las soluciones de manera firme.

Estos son momentos de delicadas complicaciones en las que eventualidades muy odiosas vigilan con ojos enrojecidos. Predomina un clima de erráticas y ambivalentes conductas.

En escenarios de esta naturaleza, los peligros asoman multiplicados y prestos a asestar un zarpazo mortal a la patria.

“Hombre mata a su expareja, hiere a 2 y luego se suicida”. “Adolescente de 16 años fallece por un disparo el día de Navidad” (Listín Diario). “Partidos aliados del PRM aún esperan posiciones en Gobierno” (Listín). “Doce personas mueren en accidentes. 9 por motocicletas” (Hoy).

“Entre los 21 menores intoxicados con bebidas alcohólicas hay uno de 7 años y otro de 10” (Diario Libre). “Más préstamos en Congreso tras retiro de la reforma fiscal” (Ibídem). “Fenamoto reconoce los motoristas están fuera de control de las autoridades” (EL DÍA).

“Dirigente político pide detener invasión de vientres haitianas” (Listín).
“Tres desafíos de la política exterior: Haití. Sellar la frontera. Deportar ilegales.

No recibir parturientas ni pacientes ilegales en nuestros hospitales” (Hugo Guilliany Cury). El nuevo año nos alcanza con una abrumadora acumulación de problemas, todos muy graves.

Es preciso asumir una actitud firme para impedir que la patria sea agredida por las manifestaciones más tenebrosas de un ambiente que no es, para nada, ni promisorio ni apacible.

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