¿Amarles o temerles?

¿Amarles o temerles?

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En una remota época en que yo dirigía la revista “Ahora”, se me ocurrió presentarle al entonces incumbente jefe de la Policía Nacional una campaña de imagen de la institución con el objeto de acercarla a la población civil, a base de inspirar confianza de los ciudadanos en los agentes y oficiales policiales.

Algunos de los eslogans  ideados para aquella  campaña decían, más o menos, cosas como éstas: “Mientras usted duerme, la Policía cuida su sueño”; “El policía es tu amigo, ayúdalo en su trabajo”; “Confía en nosotros, nos debemos a ti”; y así por el estilo.

La campaña no se llevó a cabo nunca. Apenas aparecieron uno o dos anuncios que la revista publicó por su cuenta, a título de prueba.

Pero lo que importa ahora es preguntarnos: ¿procedería en estos momentos una campaña de esa naturaleza? ¿Creería la gente, hoy día, a promesas policiales de este tenor? Claro que no.

Pero no es sólo la Policía la que padece de esa crisis de confianza, agravada por la alarmante proporción de crímenes y delitos en los que participan uno o más de sus miembros en perjuicio de la sociedad.

Acaba de destaparse la noticia de que un grupo de militares, entre ellos dos oficiales, formaban parte de una banda dedicada a saquear impunemente los equipajes de los viajeros que llegan al aeropuerto Las Américas.

Y todo el mundo sabe que en el negocio del narcotráfico hay implicados muchos militares.

De modo, pues, que estamos durmiendo con el enemigo. Y aparentemente no tenemos quien nos defienda.

Y cuando se nos acerca un militar o un policía, no sabe uno si amarle o temerle. Recomiendo lo segundo, por si las moscas.



El Día

Periódico independiente.

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