*Por Ing. Juan Cruz
La sociedad dominicana es resiliente, año tras año, se repiten los problemas nacionales sin ninguna diferencia y sin llegar a resolverlos desde su núcleo, la mayoría de ellos, solo soluciones accesorias que dan la percepción de un logro que no es tal.
En la memoria histórica de los dominicanos se siente una gran preocupación, y al mismo tiempo, pervive el sentimiento de desorientación por las continuas alzas en los productos de primera necesidad.
Los alimentos básicos de consumo diario presentan aumentos indiscriminados, según el presidente de la Federación Dominicana de Comerciantes, Iván García, estos productos fundamentales han aumentado entre un 15 y 20%, algo inconcebible e inimaginable hace apenas meses en nuestro país.
Entre los productos que han tenido esos aumentos podemos citar los aceites, mantequilla, detergentes, huevos, jabón de baño, jabones de cuaba, desodorantes, crema dental, pañales higiénicos, embutidos, salsa, ketchup y otros más.
Si a todos esos productos de primera necesidad le sumamos las continuas alzas experimentadas en los materiales de construcción, sector que por cierto tuvo una gran contracción como lo indica el informe del Banco Central, y además de lo recién anunciado por la DGII a la banca comercial con relación a la aplicación del 2% de impuesto que se debe cobrar a los usuarios de préstamos hipotecarios, provocaría irremediables pérdidas de empleos en el sector de la ingeniería y puede llevar a la disminución de la venta de casas y apartamentos, lo que daría un gran revés a uno de los renglones económicos que más aporta al crecimiento del PIB.
Podríamos decir que nos encontramos ante un panorama sombrío y desilusionador. Y aún falta lo que desde ya denominamos un gran golpe demoledor, si se logra su ejecución, a los pobres y clase media de la nación, la necesaria y temerosa reforma fiscal que desde el gobierno se tiene pensado implantar para los próximos días.
En los momentos actuales, llevar a cabo una reforma fiscal conllevaría al incremento de los impuestos, traduciéndose en más aumentos en los bienes y servicios, reduciendo significativamente la calidad de vida de los ciudadanos de nuestro maltratado país
Solo nos resta pedirle a Dios Todopoderoso que ilumine las mentes de quienes nos gobiernan, para que sus decisiones sean para beneficio y no en perjuicio de la población que de forma estoica ha resistido los embates de nuestros gobernantes.