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Alofoke

Ya sabemos que la Casa de Alofoke y el concurso que hay en ella, tienen más espacio y atraen mucho más la atención, especialmente de una parte de la juventud, que todo lo que ocurra en el Palacio Nacional.

No entiendo qué cosa es esa casa, pero, me topo con que La Perversa perdió dos mil puntos porque en un altercado, le dio un golpe a Karola; que Papotico pidió perdón a sus seguidores porque no pudo seguir en la competencia; Dalex tuvo problemas con el mismísimo Alofoke y que cuando Caramelo entró al concurso, en solo veinticuatro horas tenía veinte mil puntos acumulados; Manuel la Fruta estuvo en primer lugar, hasta que fue rebasado por Michael, mientras JLexis pasó al tercero.

¡Qué cosa!, leí que eliminaron a la Mami Jordan, acusada de ser una wa wa wa, y no sé lo que ha pasado con La Panameña. Desde el mismo edificio del Congreso Nacional, un diputado respaldó públicamente a Manuel La Fruta y dijo que todo aquello era un evento cultural. Vuelva y léalo: cultural.

El pasado miércoles temprano, Jandy Ventura fue a tocar a la casa y se dice que en ese momento había más de dos millones de espectadores conectados, en vivo, y que la página de la casa ya contaba con veinte millones de visitas. Alofoke ha sonado hasta ante el presidente de la República y me dicen que lanzará la primera bola en un próximo juego del estadio Quisqueya.

Se informa que cuenta con grandes patrocinadores y que tiene tanto dinero como para regalarle un carro cero kilómetro a un locutor, entre las muchas dádivas caras que suele hacer. Medio país, especialmente parte de la juventud, se olvidó de los problemas y ahora mismo está en Alofoke.

Pero, más allá de la chercha y la liviandad, hay algo digno de la más seria atención. Para muchos Alofoke representa el éxito. Cuántos jóvenes hoy no quisieran ser como Alofoke.

En esta voltereta que han dado la sociedad dominicana y sus valores, los símbolos del éxito son la fama y el dinero y él es un ejemplo de que para obtener fama y dinero no hay que quemarse las pestañas estudiando, ni esforzarse cumpliendo jornadas laborales agotadoras, ni andar cuidando ciertas formas de la decencia pública, sino hacerse un “influencer” bien bacano y seguir el ejemplo y el camino de Alofoke. Esa es la lección, que, de paso, representa un reto para el trabajo cultural y de los valores desde el concepto de lo progresista.

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Columnista de El Día. Dirigente político y escritor.

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