Alianzas público-privadas para los ayuntamientos

Alianzas público-privadas para los ayuntamientos

Alianzas público-privadas  para los ayuntamientos

Víctor Féliz Solano

Hemos escuchado, leído y es harto conocido desde hace mucho tiempo, que los ayuntamientos son también llamados “gobiernos locales”.

Gobernar es una tarea cada vez más complicada a la luz de que la participación social va en aumento y el control social vela por las ejecutorias de las autoridades con sumo celo y obviamente, por la transparencia en el manejo de los fondos públicos.

Entre los gobernados y gobernantes se ha reducido tanto la línea que los diferencia, que a veces hemos podido apreciar como se entrecruzan entre sí.

¿Por qué ha sucedido esto? La respuesta es más simple de lo que se puede imaginar. Las insatisfacciones, la demagogia, la corrupción y el poco o nulo desarrollo evidenciado a través de los años en los territorios, son las primeras respuestas que nos llega al razonamiento deductivo.

Muchas veces comparo las ciudades como grandes casas, si usted ve buena pintura, amueblada, organizada correctamente, limpia, sus baños y cocina funcionando de manera adecuada, entonces podemos decir que hay orden y progreso en ese hogar. Si vemos todo lo contrario, no dudamos en advertir que allí las cosas andan mal.

Las precariedades con que se manejan las alcaldías es un tema profundo y delicado. Se exige mucho, los recursos son cada vez más limitados y en el mejor de los casos, alcanzan para medianamente satisfacer las necesidades básicas de los munícipes.

La inventiva y la creatividad se han convertido en las claves para impulsar el desarrollo local.
Debemos asimismo dar participación activa a los habitantes en la búsqueda de soluciones innovadoras pues con ello, también se alcanza la legitimidad a las decisiones, consiguiendo además reducir los espacios de tiempo en implementarlas.

Ninguna comunidad se opone a aquello que le hace bien y máxime si se le dio participación en las tomas de decisiones. Es mejor persuadir que convencer.

Debido a que nuestro territorio nacional es tan diverso y rico en cultura, naturaleza y más, no es tan complicado conjugar esta riqueza y convertirlas en empleos, bienestar y desarrollo. Pero para esto se necesitan recursos; en algunos casos muchos recursos. Ahí entra lo que se han denominado las alianzas público-privadas.

Este modelo de negocios está diseñado para que todo el que participe obtenga beneficios. Supongamos que haya un espacio público propicio a los fines de instalar un restaurante, que no solo engalane a la ciudad, sino que genere empleos, dinamismo económico y muchas cosas colaterales más.

¿Qué papel jugarían los munícipes en esa toma de decisión? Que se preserve el espacio público como un bien de todos, que el aliado sea el adecuado, que se cumplan los acuerdos económicos a que se arribaron, pero, sobre todo, que esta alianza sea lo que el territorio necesite acorde a su costumbre y nunca dejar de ejercer el control social sobre el poder público velando siempre por la legalidad y prevenir la corrupción.

Las alianzas público-privadas en principio persiguen “tercerizar” o delegar acciones o servicios que por lo regular son competencias de las autoridades, sin embargo, es imperante generar un ambiente de dinamización de las economías locales para compensar los déficits presupuestarios y complementar las políticas tendentes a la generación de empleos del gobierno central y evitar la migración a las grandes ciudades.

*Por Víctor Feliz Solano

 

 



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