Algo más sobre Chile

Algo más sobre Chile

Algo más sobre Chile

Rafael Chaljub Mejìa

Los que saben de eso, aquella gente con muchas más luces que yo y plumas de corte mucho más fino que la mía, lo han hecho todo sobre los resultados del plebiscito en Chile y a mí solo me queda decir algo muy personal y directo.

Hay que reconocer que el presidente Gabriel Boric y su movimiento han sufrido un golpe político importante.

Un hombre que recién llegó al poder, en hombros de grandes contingentes de masas en pie de lucha, ha sido rechazado en el loable propósito de superar la vieja Constitución pinochetista y dotar a Chile de una constitución democrática.

Pese al duro golpe, dejo aquí consignadas mis esperanzas y mis deseos de que Boric y su gobierno no se dejen aturdir del varapalo y asimilen sus propias experiencias.

Hay que luchar con razón. Pero no es aconsejable creer que la razón nuestra será siempre aceptada por el pueblo como su propia razón. Tal vez, plantear temas como el de las nacionalidades fue correcto, pero siempre se corre el riesgo de que el poder mediático del adversario lo tergiverse, como ahora que lo hizo aparecer como que se andaba buscando la desintegración nacional y territorial de Chile.

Los derechos de los homosexuales y lesbianas, aún en un país tan culto como Chile, son temas de minorías y hay que tener esto presente en su manejo. Sobre todo, cuando se lucha contra un bloque de fuerzas reaccionarias con tanto poder económico y tanta experiencia.

El fascismo en Chile tiene una base sólida, hay toda una formación doctrinaria al respecto. En Santiago, la capital, hay una colonia llamada Libertad, refugio cerrado y exclusivo de viejos criminales de los ejércitos nazis, que a la caída del Tercer Reich fueron a parar a Chile, la gran burguesía los alojó, les construyó una colonia similar a una Alemania nazi en miniatura, los convirtió en maestros y eso explica el radicalismo rabioso de esa burguesía contra los cambios democráticos.

Una burguesía que tiene en su historial sangrientas jornadas represivas contra portuarios, mineros, estudiantes y los pueblos chilenos; la que derrocó el gobierno legítimo de Salvador Allende, respaldó los pavorosos genocidios y el baño de sangre de la dictadura de Pinochet.

Y con una capacidad de confusión que acaba ahora de ponerse a prueba.
El proletariado y el pueblo chilenos estarán siempre ahí. No hay que amilanarse ante esas adversidades, pero hay que aprender a combatirlas con la razón, y además, con ventaja y sin sobrepasarse, como aconsejaba Mao Tse-tung.



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