Algunos esperan que la Junta Central Electoral haga el milagro de parar lo que a todas luces es una campaña política, hasta ahora por las candidaturas presidenciales, apenas refrenada en uno de los partidos, pero desbocada en otros.
La realidad es que sin partidos políticos no hay sistema electoral.
Pero también son indispensables, para la minimización de conflictos, en las organizaciones y entre ellas, el establecimiento de reglas y la buena disposición a respetarlas.
Si de lo que se trata es de mantenerse presentes en el interés de la población, ¿por qué hacerlo de manera sistemática y en violación de las leyes que regulan las actividades partidarias? Cuando actúan de esta manera debilitan a otro actor fundamental del sistema: la Junta Central Electoral.
En unos casos las sanciones tienen un carácter pecuniario y en otros la inadmisibilidad de candidaturas.
Sin embargo, aspirantes a candidaturas presidenciales, y organizaciones, se desenvuelven como si no pudieran ser alcanzados por sanción alguna.
El riesgo es el de envolver prematuramente a la sociedad dominicana en un torbellino electoral que afecte las actividades productivas y sature a una población expuesta a las elecciones internas de las agrupaciones y organizaciones, el certamen formal para escoger alcaldes, regidores, directores y vocales, y luego el de legisladores, presidente y vicepresidente.
Parece, cuando se le mira desde fuera, que lo hacen por un fallo del sentido común, pero tal vez alcanzan a ver, o conocen, una realidad que sólo puede ser percibida desde adentro.
Lo que se nota a simple vista, sin duda, es que no les importan las reglas del juego y que la Junta carece de lo necesario para evitar una campaña electoral con tanta anticipación.
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