Algo falta

Algo falta

Algo falta

Me gusta ver la vida a través de los ojos de mi hijo y me encanta analizarla bajo el prisma de mis mayores.

El balance se logra con la inocencia de los más chiquitos, la sabiduría de aquellos que han vivido muchas cosas y con tu presente.

Y con este presente me refiero a quien eres hoy, aquello que haces, el contexto en el que te mueves y tu realidad más sincera.

Estas tres aristas me dan la sensación de equilibrio. Por un lado sigo viendo las cosas con la sorpresa, espontaneidad y esperanza de cuando era una niña, pero al mismo tiempo mantengo los pies en la tierra y escucho a los que saben más que yo y ambos ejes los anclo en mi diario vivir.

De esta forma camino segura, me siento fuerte y con la capacidad de aceptar todo lo bueno y manejar aquello no tan positivo.

Traigo este tema porque cada día los niños son menos niños y se convierten en pequeños adultos y las personas de la tercera edad no tienen el peso en la sociedad que antaño lograba una transición natural entre generaciones.

Vivimos a una velocidad tan intensa que no tenemos tiempo para absolutamente nada más que para estar en el siguiente paso.

No nos paramos a disfrutar de las cosas, solo queremos resultados ahora para ni siquiera apreciarlos porque ya estamos en el siguiente.

Dejamos escapar esos detalles que realmente apuntalan la parte emocional, esa que habla con la felicidad y arma un bagaje que te permite sentirte completo.

Esa sensación de que algo falta que siempre escucho en las personas no tiene otro origen que esta constante insatisfacción por olvidarnos que alguna vez fuimos niños, no valorar lo que somos y no escuchar a quienes nos precedieron.



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