Pasar demasiadas horas frente a una pantalla ya no solo preocupa por sus efectos en la vista o el comportamiento. Una investigación publicada en el Journal of the American Heart Association advierte que los niños y adolescentes que dedican gran parte del día a mirar televisión, jugar videojuegos o navegar en sus celulares pueden estar desarrollando factores de riesgo cardiovascular y metabólico desde edades tempranas.
El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Copenhague, analizó datos de más de mil menores daneses de 10 y 18 años. Los especialistas encontraron que cada hora adicional de tiempo recreativo ante pantallas se relaciona con un incremento medible del riesgo cardiometabólico, reflejado en indicadores como la circunferencia de cintura, la presión arterial, el colesterol “bueno” (HDL) y los niveles de glucosa y triglicéridos en sangre.
Según explicó el autor principal, David Horner, el impacto es acumulativo: un niño que pasa tres horas más de lo recomendado frente a pantallas puede tener un riesgo hasta medio punto mayor que sus pares más activos. “Los datos sugieren que la exposición prolongada podría tener consecuencias biológicas concretas a largo plazo”, señaló.
El papel del sueño: una variable clave
El equipo descubrió que el daño potencial se agrava cuando los niños duermen poco o se acuestan tarde. La falta de sueño frecuente en quienes usan dispositivos antes de dormir explica aproximadamente un 12% del vínculo entre pantallas y riesgo metabólico.
La pediatra Amanda Marma Perak, portavoz de la American Heart Association, destacó que “adelantar el horario de uso y priorizar el descanso nocturno podría ser una estrategia efectiva para mitigar los efectos del sedentarismo digital”. La luz azul y el estímulo visual de las pantallas alteran los ritmos circadianos y retrasan la conciliación del sueño, añadió.
Una “huella metabólica” del tiempo digital
Los investigadores también realizaron pruebas de metabolómica y detectaron en sangre una especie de “huella química” asociada al exceso de exposición a pantallas. Esa firma biológica podría convertirse en un marcador temprano de futuros problemas cardíacos o metabólicos.
Aunque los resultados son correlacionales y no prueban causalidad directa, el hallazgo refuerza la idea de que la vida sedentaria digital afecta más allá del comportamiento: impacta la biología infantil.
Prevenir desde casa y la escuela
El estudio sugiere que los pediatras incluyan el tiempo de pantalla en sus evaluaciones rutinarias, al igual que la dieta y la actividad física. Limitar el uso nocturno de dispositivos, promover el juego al aire libre y fomentar actividades sin conexión son estrategias clave para reducir el riesgo.
“Los adultos deben dar el ejemplo. No basta con poner límites, hay que explicar por qué y crear alternativas”, subrayan los autores.
En un contexto donde apenas el 29% de los jóvenes estadounidenses mantiene una salud cardiometabólica óptima, los especialistas advierten que la infancia hiperconectada podría convertirse en el primer paso hacia una generación con más problemas cardíacos en la adultez.Este artículo fue publicado originalmente en El Día