El Día 
Como de costumbre, los dominicanos acudieron cívicamente a votar en las elecciones presidenciales que se celebraron ayer.
Los incidentes presentados fueron mínimos y no se puede afirmar que empañaron el proceso, aunque lo deseable es que no se registrara ninguno.
El pueblo dominicano merece ser felicitado.
Los líderes políticos tendrán que copiar de la conducta de su militancia e ir a los procesos electorales sin crear tensiones innecesarias.
A las elecciones se acude a someterse al escrutinio del soberano: el pueblo.
Por lo tanto hay que acoger con hidalguía y caballerosidad la decisión popular.
La debilidad institucional de la que tanto hablamos incluye, por supuesto, a los partidos políticos y tiene su origen en la mentalidad de los líderes.
El opositor Partido Revolucionario Dominicano hizo, durante el proceso, una serie de denuncias. Algunas de ellas fueron investigadas de inmediato por la Junta Central Electoral y los resultados se dieron a conocer en las horas siguientes. Sería saludable que como parte de un informe final se diera respuesta a las demás que tengan sustento.
El escrutinio también fluyó con la rapidez prometida y la organización cumplió las expectativas creadas.
Los materiales llegaron a la casi totalidad de los centros de votación antes de la hora requerida y éstos abrieron en horarios adecuados.
En definitiva, el montaje del proceso fue adecuado, lo mismo que el comportamiento de la gente.
Ahora sólo falta respetar los resultados y acatar la voluntad de la población.
