¿Al Congreso o al Palacio?

¿Al Congreso o al Palacio?

¿Al Congreso o al Palacio?

La lucha contra la reforma constitucional ha centrado su atención en el Congreso Nacional, el cual es el órgano, en teoría, encargado de eso.

Pero hay un detalle que hemos olvidado: es así en una democracia de verdad, no en el trapo de democracia que tenemos ahora.

El Poder Legislativo está supuesto a ser el primer poder del Estado, pero aquí funciona como un sello gomígrafo de quien maneja el presupuesto.

Los congresistas, en su mayoría, son como una especie de monos amaestrados que bailan la música que les toquen de arriba.

Centrar las protestas en el Congreso Nacional (sea por amor o por interés) es como intentar resolver una gotera trapeando el piso sin hacer nada con el hoyo que hay en el techo.

Los senadores y diputados que promueven la reelección lo hacen por órdenes directas de Danilo Medina. Digamos que esos congresistas son unos sicarios de la institucionalidad, y Danilo es el autor intelectual de ese crimen. Ellos reciben las papeletas, pero es el mudo de San Juan quien las envía.

Es momento de llamar las cosas por su nombre y dejar de gastar pólvora en garzas. El problema no está en los monos, sino en el que dirige la orquesta.

Sería también un buena oportunidad para dejar peleando frente al Congreso a los que han decidido lavar en la calle la ropa sucia de su casa.

¡Nos vemos en el Palacio Nacional!

(Gracias a mi querido amigo Giovanni D’ Alessandro por ayudarme a entender que la fiebre no está en la sábana. Espero que más personas lo entiendan también.)



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