En la redacción de EL DÍA hicimos un rápido levantamiento de los comunicados producidos por diferentes sectores para referirse al proyecto de reforma fiscal presentada por el Gobierno la semana pasada.
La reacción inicial es la de risa, pues casi todos coinciden en admitir la necesidad de la reforma fiscal, pero de igual manera coinciden en que los excluyan a ellos.
De atender todas las solicitudes seguiremos coincidiendo con la necesidad de la reforma fiscal, pero sin que se aplique.
El equilibrio económico, la estabilidad macroeconómica, beneficia a todos y los sacrificios de ahora de una reforma fiscal sólo deben ser la antesala de un mayor bienestar futuro.
Dicho todo esto, entendemos que el Gobierno y sus técnicos tienen algunas áreas en las que pueden acoger algunas de las recomendaciones o atender quejas, especialmente en la que tienen que ver con tributos a productos agropecuarios o el umbral para el impuesto a la propiedad inmobiliaria (IPI).
No nos imaginamos las complicaciones para cobrar impuestos a productos agropecuarios primarios. En ese caso se podría aplicar el dicho popular “vale más la sal que el chivo”.
Las vistas públicas en el Congreso Nacional pueden generar los espacios necesarios para buscar consensos o escuchar las posiciones sectorizadas.
Pero en este caso la decisión final debe tener como eje central la búsqueda del bien común.