Enero no es sólo el mes en que muchos andan cuesta arriba, por gastos y excesos de todo tipo propios de diciembre, cuando en la población se sueltan las amarras y se acoge, como final de un año de afanes, un espacio para la diversión y el desfogue.
También es un mes marcado por las valoraciones de las iglesias de los aspectos espirituales, morales y sociales de la vida nacional.
Quizá nos hallamos ante una manera particular de los dominicanos a la hora de terminar el año y empezar el siguiente.
El día 1 de enero se reúnen congregaciones evangélicas lideradas por el pastor Ezequiel Molina y de este encuentro pueden originarse temas de discusión que se extienden días, como ha ocurrido este año.
Poco después, en los días previos a la celebración de la Altagracia, que marca una importante peregrinación de creyentes alrededor del 21 de enero, la Conferencia del Episcopado Dominicano emite una carta pastoral que en ocasiones dedica una especial atención a los asuntos trascendentes de la vida nacional.
Si “la carta de los obispos”, como acostumbra a ser referido este documento pastoral, mantiene su atención en los asuntos sociales y del clero, la opinión pública tiende a leer que en los planos macro de la economía y de la política vamos adelante sin desafíos mayores.
Con la bendición de los líderes espirituales, adentrémonos en otra gran jornada de trabajo, iniciativas y producción para hacer de este 2025 un año que al final merezca ser despedido con la satisfacción de que hemos avanzado.