Ahora hablaré de mí

Ahora hablaré de mí

Ahora hablaré de mí

Wilfredo Mora

La barriada de Villa Juana, en 1965, era como un punto de quiebre. La pobreza siempre fue linda, y ahora que lo pienso, no fue tan dura. En mi adolescencia pertenecí al programa de estudio de La Reforma, que se implementó en los Liceos de Educación Media en Santo Domingo. Mi padre era vendesuerte, ahora vive en Washington D.C., y mi madre fue policía.

En 1984 obtuve una beca para estudiar psicología, en Rusia. Y aunque no decliné, me dediqué a estudiar criminología. A mi regreso me hice abogado y antropólogo.

Entonces, ¿qué decir o aconsejar a los futuros criminólogos o estudiante de criminología? La clave está en muchas partes; en los decálogos que se han publicado sobre el perfil del criminólogo, en la vida personal de los que han generado conocimientos de las ciencias criminológicas.

A mí me funciona lograr un gran acervo cultural. Leer mucho y estar dirigido por un maestro. En los proyectos que he realizado, si he tenido éxito es porque he trabajado uno a la vez, pues hay mucha incertidumbre a la hora de lograr cambiar el estado de situación de las cosas.

La criminología es un efecto, gracias a que la violencia criminal es un horizonte, y podemos descubrir la esencia del problema; algo que sólo termina con la humanidad. Pero, en este asunto, la violencia debe ser analizada positivamente. La violencia permite que el alumno pregunte al maestro, el hijo al padre; y la criminología es una disciplina de las causas y los efectos, no de causas únicas, aunque sí humanas. Si la violencia puede ser un problema del medio social o un problema de principios, ella obliga a cuestionar a las autoridades que manejan el problema.

Yo conocí a Eugenio Raúl Zaffaroni, en 1995. Y quedé fascinado con su obra. Conocí a través de él, grandes criminólogos de su tiempo. Algunos directores de institutos de criminología de sus países, directores de cárceles, y ganadores del Premio Nobel de Criminología, que el mismo Zaffaroni ganó, en 2009. En los escándalos en que fue acusado de trata de personas y proxenetismo, escribí un artículo en su defensa.

Mi tesis de grado en Rusia fue sobre Michel Foucault. Hoy estoy convencido de que el criminólogo más importante en estas tierras americanas fue Alfonso Quiroz Cuarón, de México, el primero en obtener un título de criminólogo, por una universidad. Me introduje en mi país a la criminología al dar a conocer las obras inéditas del profesor Leoncio Ramos, de las que pude publicar tres en particular.

Fui amigo de José A. Silié Gatón, en el Instituto de Criminología de la UASD. En 2008, tras la muerte de Héctor Cabral Ortega, publiqué su biografía de criminólogo, donde defendí la tesis de que fue él quien internacionalizó la criminología dominicana. En ese libro más de 800 criminólogos amigos pasearon por sus páginas. Otro profesor de criminología, que murió hace unos años, y también he dado a conocer su vida en las aulas; me refiero a Américo Herasme Medina.

La situación actual de la enseñanza de la criminología en la República Dominicana, cómo hay que considerar su futuro, la extensa bibliografía que nos espera, y finalmente, la vida profesional como criminólogo, es lo que deberíamos pensar. La criminología es una ciencia de los por qué, y la criminalística del qué, que es una realidad empírica-cultural de la verdad judicial.



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