Los honorables (¿?) senadores de la República se presentan ahora como los héroes de la película, por haber rechazado las pretensiones de los señores diputados que se autoadjudicaban privilegios excepcionales en la debatida Ley de Salarios.
Pero ¿y qué va a pasar con el famoso barrilito que reparte todos los meses sumas millonarias entre esos mismos honorables (¿?) miembros de la Cámara Alta, aparte de sus sueldos regulares?
Entiendo que es correcta la decisión de eliminar los llamados incentivos económicos a los diputados, pero también sostengo que es una inmoralidad de marca mayor mantener el barrilito para beneficiar a los senadores.
Que jueguen todos o que se rompan las barajas, como decía Juan Bosch.
Tengo el pálpito de que el proyecto salarial se caerá hoy en el Congreso, lo que sería muy malo.
Como muy malo también sería que se dicte la nueva ley dejando intacto el barrilito, para vergüenza y escándalo de todos menos para aquellos que continuarían sirviéndose con la cuchara grande, a costilla de nosotros los contribuyentes.
En resumen, todo parece indicar que no nos salva nadie.