Mañana comienza la Serie Final, con la creencia de una gran mayoría de que este será el “año verde”, en que las Estrellas romperán el maleficio que les ha perseguido por 50 largos años, es decir, medio siglo.
Al momento de escribir esta columna, el juego apenas estaba comenzando, pero sin tener nada en contra de los Toros del Este, espero que la final sea ante los Leones del Escogido.
No hay duda que cibaeños, liceístas, gigantistas y los aficionados del equipo que resultó perdedor del choque de anoche en el Quisqueya, unirán su fortaleza mental a favor de las Estrellas, por lo menos, esa es la percepción.
Pero recordamos al inolvidable Luisito Martí con su personaje Balbuena. quien siempre abrazaba la frase: “Yo si tengo mala suerte”.
Esperemos que ese no sea el caso, y que las Estrellas triunfen, en momentos en que todo luce que saldrán por la puerta grande.
La corrupción sigue
Cada día se destapan casos de corrupción en los deportes en todo el mundo.
Todo indica que este es un mal que se ha universalizado en todos los estamentos, desde un club cualquiera hasta los máximos organismos, como es el Comité Olímpico Internacional y las distintas federaciones, siendo la FIFA la de mayor repercusión.
Ya no hay que ser un mago para saber que la casi totalidad de las sedes para obtener los Juegos Olímpicos han sido logradas sobre la base del soborno.
El último que está en la “cuerda floja” es Tsunekazu Takeda, presidente del Comité Olímpico de Japón y hombre fuerte en el seno del COI, acusado por las autoridades de Francia de corrupción, aunque lo niega, argumentando que los culpables son otros dirigentes dentro del organismo que dirige.
Pero esa negativa no se lo cree absolutamente nadie.
Estos casos de corrupción y sobornos en organismos deportivos, que salen a la luz pública muy frecuentes, son un desmentido al llamado “sacrificio” que supuestamente realiza la mayoría de los dirigentes.