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Agricultura y energía renovable

Nuestro país produce más del 80 % de lo que consumimos. Eso fortalece nuestra seguridad y soberanía alimentaria. Además, exportamos al año miles de contenedores de alimentos. Lo cual es motivo de orgullo.

Pero en la cadena productiva hay un importante eslabón que podría ser nuestro talón de Aquiles: la energía. La mayoría de los sistemas de bombeo de nuestros productores dependen de combustibles fósiles, lo cual haría que ante un desabastecimiento de petróleo nuestra producción de alimentos se vea seriamente afectada.

Así mismo, un incremento en el precio del petróleo tiene consecuencias directas en los costos de producción. Afectando la rentabilidad de nuestros productores e incrementando los precios en perjuicio de los consumidores.

Es por estas razones que promover el uso de energías renovables, sobre todo la fotovoltaica, en la producción agropecuaria, debe ser una estrategia nacional para fortalecer nuestra seguridad alimentaria, garantizar la rentabilidad de nuestros productores y el acceso a alimentos para los consumidores.

Y es precisamente por esto que el gobierno dominicano, a través del programa Bagri-Riego, que desarrollan conjuntamente el Banco Agrícola y la Dirección de Tecnificación de Riego, iniciarán un importante plan para, además de la promoción de los sistemas de riego tecnificado, incentivar la incorporación de energía fotovoltaica.

Con apoyo del Fondo de Fomento a la Tecnificación de los Sistemas de Riego se estarán otorgando co-financiamientos no reembolsables, en forma de bono, de hasta el 25 % del costo de los proyectos.

Esto ya dio inicio el pasado 26 de septiembre, por las provincias de la Región Noroeste, y se irá extendiendo a otras regiones. Nuestro país tiene condiciones para convertirse en la puerta del Caribe.

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