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¿Afectará conflicto EEUU y Venezuela al turismo de RD?

ere.prensa @gmail.com

Parece que estamos frente a un apotegma a la pobreza extrema en América Latina y el Caribe, a raíz de las inestabilidades y los conflictos que han estado surgiendo en la región. Esto brota y viene a colación a razón de un potencial conflicto armado entre Estados Unidos y Venezuela, ¿afectará esa situación el turismo en República Dominicana? ¿Impactaría este hecho en la economía del país?

Si asumimos el apotegma del Banco Mundial, en el sentido de que “la pobreza extrema aumenta rápidamente en las economías afectadas por conflictos e inestabilidad”, tenemos que concluir -con muchos pesares- que en los países de la región de América Latina y el Caribe se vislumbran situaciones difíciles, o tal vez se genere “una hambruna”.

Según una evaluación que este organismo publicó en Washington, en junio de este 2025, “los retrocesos en el desarrollo se incrementan a medida que la frecuencia de los conflictos alcanza el nivel más alto en 25 años”.

“Los conflictos y la inestabilidad están causando estragos en las 39 economías afectadas por estos problemas, aumentando la pobreza extrema con mayor rapidez que en ningún otro sitio, intensificando el hambre aguda y alejando aún más la posibilidad de alcanzar varios de los principales objetivos de desarrollo”.

Preocupa, por tanto, que se perciban estos trances sumamente peligrosos en países de América Latina y el Caribe. La situación presagia, si nos acogemos a estas ventilaciones del Banco Mundial, que la inestabilidad impactará en las situaciones económicas y sociales de la región.

Derecha versus izquierda

No solo se registra el caso de presión belicista a que son sometidas Venezuela y Colombia por parte del gobierno de Donald Trump de Estados Unidos, sino que, además, se registra un paulatino agravamiento, un deterioro en las disputas políticas –derecha versus izquierda- en la región. Y no se trata de la clásica lucha ideológica propia del quehacer democrático consolidado, no, ahora estamos frente a los ditirambos y contradicciones que responden más bien a una preocupante escalada de la nueva Guerra Fría entre las grandes potencias (Estados Unidos, por un lado y China y Rusia, por el otro).

Estas poderosas naciones buscan tomar espacios, o más bien, el control geopolítico de la región. Por un lado, rusos y chinos se expanden y afianzan en lo que los estadounidenses entienden que es su “patio trasero”.

No es una libre apreciación. La propia generala retirada y exjefe del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, Laura J. Richardson, destacó sin ambages: “la importancia estratégica de América Latina y el Caribe por sus ricos recursos naturales, como el litio en el “Triángulo del Litio” (Bolivia, Argentina y Chile), petróleo en Guyana y Venezuela, y las reservas de cobre y oro, además de la Amazonía”.

Richardson expresó en conferencias que dictó mientras desempeñó el cargo, su “preocupación por la influencia de China y Rusia en la región, y la necesidad de que Estados Unidos fortalezca su juego para competir por estos recursos y contrarrestar lo que afirma son amenazas a la seguridad nacional”.

Las declaraciones de la generala Richardson se produjeron en el 2023 y ya comenzaron a sentirse los efectos en la región de esa línea de pensamiento programático, político-militar, de carácter hegemónico.

Triángulo del litio, petróleo y oro

Específicamente, la alto oficial militar citó como intereses de Estados Unidos en la región las “enormes reservas de recursos valiosos para la tecnología y la economía global, destacando el litio (aproximadamente el 60% de las reservas mundiales se encuentran en el “Triángulo del Litio” de Argentina, Bolivia y Chile); petróleo (se han descubierto grandes reservas de petróleo ligero y dulce en Guyana, y Venezuela tiene importantes reservas de petróleo, cobre y oro) y la Amazonía, que alberga “los pulmones del mundo”, con vastas reservas de agua dulce.

Igualmente, se atribuye a la generala Richardson haber advertido sobre “la creciente competencia geoestratégica con China y Rusia en la región, y la necesidad de que Estados Unidos fortalezca su posición para competir por estos recursos”.

A partir de esa línea estratégica, la militar ve la presencia de Rusia como “amenazas a la seguridad” de Estados Unidos, mientras que desde esa lógica China representa un motivo de preocupación, ya que, según los analistas, esta nación liderada por el Partido Comunista, también busca los recursos naturales de América Latina y el Caribe para su explotación, destacándose, asimismo, que los chinos obtienen “el 36% de su suministro de alimentos en la región”.

Para entonces, en pleno ejercicio de su gestión militar y geoestratégica en la región, ya “la generala (Richardson, primera mujer en dirigir el Comando Sur de los Estados Unidos) ha instado a contrarrestar, ante la creciente presencia de Rusia y China en la región, lo que, según su punto de vista, se trata de “amenazas” de las que hay que proteger los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos”.

Hizo varias sugerencias en ese sentido, entre las que se destaca que Estados Unidos intensifique “su juego” para competir efectivamente en la región, propuso la aplicación de una especie de “Plan Marshall” en América Latina para fortalecer la seguridad económica y que su nación apoye “a las democracias del hemisferio occidental contra los “agresores” que buscan destruir el orden internacional”.

Máxima presión y control hegemónico

¿Aplica el presidente Donald Trump esas sugerencias contra el gobierno de Venezuela? La política de “máxima presión” es palpable, el desplazamiento de tropas, del más grande portaaviones de Estados Unidos y sigilosos aviones de combate, modernos y poderosos equipos militares han sido apostados en la región. ¿Con cuáles propósitos? ¿Se producirá una invasión de tropas de Estados Unidos a Venezuela? ¿Se repetirá una Ucrania en la región?

Algunos analistas creen que Estados Unidos no invadirá Venezuela. Entienden que ejercerá presiones extremas hasta obligar al presidente Nicolás Maduro a dimitir y entregar el poder junto con sus allegados. Otros observadores han planteado la posibilidad de que se produzca un diálogo y que Venezuela se vea obligada a ceder parte de sus recursos petrolíferos y mineros para beneficios de intereses e inversionistas norteamericanos.

¿Qué ocurrirá realmente?

Es probable que en cualquier momento produzca un desenlace de la crisis venezolana. En tanto, países como Colombia, Nicaragua y Cuba, que mantienen posicionamientos políticos disímiles a la política de Estados Unidos, están en vilo y prestos a enfrentar lo que, según se teme, les tocará de esta embestida militar y política por parte de la potencia del Norte en la región.

Igualmente, la situación ha sacudido el ambiente político de diferentes países de la región, donde se libran intensas luchas entre partidarios de la derecha y de la izquierda.

Los partidos y otras organizaciones, tanto de derecha como de izquierda, buscan asumir o mantenerse en el poder, no para solucionar problemas que abaten a sus poblaciones, sino garantizar la hegemonía de potencias políticas y económicas hegemónicas que los patrocinan.

Tenemos partidos de derecha que proclaman su abierta adhesión a Estados Unidos y Europa, mientras los de izquierda afianzan sus relaciones con China y Rusia.

¿Turismo RD será afectado?

La región vive en estos momentos un ambiente de conflictos e inestabilidad que contribuye a complicar más el problema de la pobreza. En el caso de la República Dominicana, surge el temor de que una situación de inestabilidad en la región termine perjudicando su economía, cimentada mayormente en el turismo, remesas y las exportaciones.

Una guerra entre Estados Unidos y Venezuela, por ejemplo, podría afectar el flujo de turistas al país, procedentes de los países de Sudamérica, Centroamérica y el Caribe, así como del propio Estados Unidos y Canadá. Una situación bélica en la región podría impactar en cascada la economía y, por ende, causaría pobreza y un posible escalamiento de la miseria social y humana.

Según plantea el Banco Mundial en su evaluación de la pobreza, “a medida que los conflictos se vuelven más frecuentes y mortíferos durante la década de 2020 (casos de Ucrania y Oriente Medio), estas economías se están quedando rezagadas con respecto a todas las demás economías en indicadores clave del desarrollo”.

Además de Venezuela, Colombia, Nicaragua y Cuba sufren tensiones, violencia de pandillas, tráfico de drogas y crisis humanitaria Haití, Perú, Ecuador, Bolivia, Brasil, Chile y Argentina. Estas naciones “se enfrentan a desafíos económicos y sociales como el desempleo y la desigualdad, que pueden desencadenar inestabilidad política”.

Argentina, en tanto, ha luchado con la inestabilidad política y económica, mientras Chile, pese a mostrar instituciones “relativamente sólidas”, la inequidad social y el costo de la vida han desatado protestas masivas y manifestaciones. México también enfrenta sus propios demonios y el asedio del negocio de las drogas y de su vecino, Estados Unidos.

O sea, América Latina y el Caribe enfrentan situaciones de conflictos e inestabilidades en varios órdenes, y según se prevé, dificultará los esfuerzos para reducir los niveles de pobreza.

Desatar guerras en la región como parece hará Estados Unidos, solo contribuirá a agravar la situación y profundizar la pobreza en estos países.

¿Han contemplado los estrategas del gobierno de Donald Trump estos efectos de su política para la región? ¿Aumentaría una potencial guerra en la región los niveles de pobreza e inequidad social en República Dominicana? Esperemos a ver qué trae el barco ¿flores o factores desencadenantes de pobreza?

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