La academia policial no está para adoctrinar a los futuros agentes, sino para formarlos en el desempeño de la función policial. Ser agente del orden requiere del dominio de una serie de técnicas para confrontar las diversas situaciones que se pueden presentar.
Esa formación implica saber someter a una persona, actuar frente a turbas, persecuciones y apresamiento de sospechosos, registros de personas o propiedades.
La ligereza con que agentes policiales hacen uso de la fuerza letal, aún cuando ni su vida ni la de otros corre peligro, llama a preocupación.
Eso tiene mucho que ver con las deficiencias en la formación policial en sus centros de entrenamiento y la persistente creencia que existe en los cuerpos armados de que son seres superiores a los civiles.
Los vicios de la Policía requieren más que una reforma, pues los cimientos mismos de la institución requieren ser intervenidos.
Hace muchos años que la población está reclamando transformar a la Policía Nacional desde la médula para que se ponga acorde con las necesidades de la sociedad dominicana a la que le sirve.
Muchas personas valiosas han muerto como consecuencia de las actuaciones violentas y desmedidas de agentes policiales y seguirán muriendo hasta que no se cambie el accionar de sus agentes.