Casi nos va llegando nuevamente el día en que celebramos un nuevo viaje de 365 días alrededor del Sol, la medianoche del próximo 31 de diciembre, cuando habrá de concluir 2012.
A los pocos meses de haberse iniciado este año, ya funcionarios nos hacían presagios de que habría un déficit fiscal y el país debía abocarse a una serie de reformas: fiscal, educativa y eléctrica.
Lo que no nos advirtieron era que ese déficit iba ser el más grande en la historia del país.
La Junta Central Electoral nos montó las elecciones más caras, inclusive regalando 50 millones de pesos en canastas navideñas, elecciones que resultaron ser reñidas hasta el último momento y donde la violencia varias veces amagó.
Gracias a Dios, se mantuvo la ecuanimidad, y hoy tenemos un nuevo presidente en la persona de Danilo Medina, quien con estilo diferente, guía el país por el oscuro laberinto de unas finanzas públicas muy debilitadas, pero con un firme compromiso de promover reivindicaciones sociales.
Se logró un presupuesto para la educación básica de más de 99 mil millones, equivalentes a un 4% del Producto Bruto Interno, aunque la mayoría de los ciudadanos no tiene idea para qué tanto dinero, y menos aún, qué se espera con semejante inversión.
El hoyo negro eléctrico sigue, absorbiendo enormes cantidades de recursos públicos, sumido en las telarañas de un acuerdo sin sentido. Se percibe cada día más el deterioro en la seguridad pública, los servicios de salud y la competitividad empresarial.
Al despedirnos de 2012, reforcemos nuestra voluntad de forjar entre todos una mejor patria. Velemos por la familia, la calidad del gasto público, incluyendo la educación, comprometiéndonos con el trabajo ético.
Por ello, hacemos votos para que brille la ilusión en nuestros corazones y crezca la voluntad para vencer los desafíos por delante.