Parecería que el entramado del poder político recoge de todo en la República Dominicana y en ocasiones se llega al acoso y al chantaje en aras de conseguir algo, aunque no necesariamente sea dinero.
En mi experiencia como periodista, desde un simple corresponsal en Fantino, hará más de 42 años, hasta llegar a ser jefe de redacción de un periódico de circulación nacional, siempre he manejado informaciones y confidencias de cosas que ocurren en los distintos estamentos de la sociedad.
Y hay momentos en que no hay que ser un avizorado, ni perspicaz analista para darse cuenta de lo que es verdad o mentira en función de los datos que una fuente nos suministra, aun cuando decidamos dar o no a conocer la historia que ellos describen.
En los gobiernos hay quienes se dedican a espiar el comportamiento de funcionarios, empresarios, militares y profesionales para en un determinado momento, si intentan sacar la cabeza o manejar situaciones contrarias a sus intereses, ponerlos a la defensiva y por qué no, acosarlos y chantajearlos.
Los presidentes en nuestro país tienen a su disposición los departamentos de investigaciones, sobre todo el Departamento Nacional de Investigaciones (DNI), pero éstos, en ocasiones, ni se percatan de lo que sucede debido a que alguien no quiere tener problemas con el que se dedica a esa ilegal y desdeñable práctica que socava la base de una buena administración gubernativa.
Hay quienes aparentan ser muy buenos funcionarios o que tienen las capacidades para el desempeño de una determinada función pública o privada, pero su actitud personal, su no apego a principios éticos y morales, los aleja del más simple manual para desempeñar un cargo público en cualquier instancia del Estado o del sector privado.
Es un secreto a voces que cada presidente en el país ha tenido a fulano de tal o fulana de tal con la cual hay que estar en gracia o de lo contrario se durará poco en un cargo.
Y ahora, lamentablemente, la ambición, el ego y el autoritarismo de algunos coligen con la política anticorrupción del presidente Luis Abinader, que tanto aplaude y refrenda la mayoría del electorado que ejerció el derecho al voto el 5 de julio del 2020 en favor del Partido Revolucionario Moderno y sus aliados.
En el firmamento hay nubarrones que se ciernen contra la administración decente, pulcra y transparente que Abinader, por su misma idiosincrasia, pautó en su discurso por todo el territorio de la República Dominicana.
La manzana podrida no se puede dejar que dañe toda la cosecha, hay que eliminarla a tiempo.
Y no dejar que dañe la semilla regada contra la impunidad, porque a veces robamos voluntades y el resultado final se traduce en un daño mayor que el hurto de los recursos económicos de las entidades del Estado. Hay que desconfiar siempre, y aplicar los correctivos antes que sea demasiado tarde.
*Por Abigail Peña