En diciembre 2019, la frase clave propia de las personas, iglesias, academias, mediadores, medios de comunicación y otros sectores, era acercarse a sus familiares, amigos, compañeros de trabajo y amistades para fomentar la unidad y el amor en tiempo de adviento, tiempo de Jesús. Tiempo de la gente de fe.
De hecho, en los más de 20 años que llevo realizando mediaciones, diálogos, facilitaciones y encuentros sociales, una de las quejas que más he escuchado por las personas adultas mayores era que sus hijos e hijas no los visitaban, no compartían. También, ocurría en otros segmentos de la población joven.
A nadie se le ocurrió antes la frase “aislamiento social”, todos los profesionales de psicología y de comportamiento humano sugerían a las personas acercarse a sus familiares (hijos, padres, tíos, primos, abuelos) como símbolo de unidad, armonía, diálogo, comunicación; en fin el mejor de los roses humanos.
A ningún banco ni candidato presidencial (FP, PRM, PLD, AP) y mucho menos al Estado, se les ocurriría tal llamamiento. Todos coincidían en que diciembre era para compartir con sus seres queridos y disfrutar el paseo de montañas y fiestas.
Se fomentaba los encuentros personales, vacaciones, encuentros sociales y tragos. Todo era alegría, regocijo y buena comida.
Todavía el 31 existía un calor humano y a la espera del 2020 con entusiasmo, prosperidad. Felicidad. Sin embargo, en un país de 1,300 millones de persona ocurría otra actividad. Algo no estaba saliendo bien, especialistas en medicinas y de laboratorios estaban estudiante un fenómeno. Todo bajo secreto.
Un virus que mató a quien lo estaba analizando, estudiando y ponderando su peligro para la humanidad. Esa persona en ese momento nunca pensó y no lo llegó a ver, que el mundo estaría paralizado y con más de 3 millones de infectado y miles de muertos.
Un covid-19 que dividió a la humanidad. En donde la distancia es salud y el acercamiento es enfermedad.
Aísla y a la vez, despoja al ser humano de lo más importante: el acercamiento. Los abrazos, afectos, cariños, bendiciones y alegrías. Por casamientos, cumpleaños. El nacimiento de un nuevo miembro a la familia. La llegada de un familiar del extranjero. La graduación de un hijo, padre, madre, tío y amigo.
Del acercamiento al aislamiento la humanidad está siendo sacudida en lo económico, emocional y en el posible futuro que vendrá si es que estaremos vivos para saberlo.
Los medios de comunicación, las plataformas digitales y las redes son invadida por mensajes falsos, verídicos o poco creíbles. Todos los humanos dudamos de lo que viene.
Para estudiosos del comportamiento del ser humano, el aislamiento social también tildado de distanciamiento ha sido por un lado positivo. Ya que la naturaleza está respirando lo que hace siglo no ocurría: paralización de la contaminación ambiental.
Además, padres, madres, tíos, sobrinos y abuelos han vivido con sus hijos y nietos, las vicisitudes que pasan los docentes en los centros educativos. Han descubierto el valor que tiene para sus queridos descendientes el personal docente.
También ha salido a relucir los conflictos involucrado en sus familiares. Todos se han enterado y en algunos casos han tenido que mediar para ayudar al familiar a apaciguar las disputas. Traerá en lo adelante el aislamiento social, nuevas formas de abordar los conflictos. Sus soluciones estarán en online, desde la cual las personas podrán acceder y plantear sus situaciones.
A las plataformas y redes digitales que han permitido a las personas socializar con los suyos y relacionados. Sin ellas, la sociedad estaría en uno de los mayores caos de la existencia del mundo: la soledad.