
En el aeropuerto de Minsk, la capital de Bielorrusia, un cartel da la bienvenida a los viajeros en tres idiomas: ruso, inglés y —sorpresa— chino mandarín.
El chino está también presente en centros comerciales y otras zonas empresariales y de ocio de este país de poco más de 9 millones de habitantes.
La estrecha relación entre Bielorrusia y China no es nueva, pero ha tomado un nuevo impulso en los últimos meses, con la invasión rusa de Ucrania como telón de fondo.
Esta semana, el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, ha sido recibido con la alfombra roja en Pekín por Xi Jinping, donde ambos mandatarios han firmado una serie de acuerdos y han expresado su "interés máximo" en hallar una solución pacífica para Ucrania.
Lukashenko es uno de los aliados más cercanos —si no el que más— a Vladimir Putin, y ha mostrado su apoyo total al plan de paz presentado la semana pasada por Pekín para poner fin a la guerra de Ucrania.
El viaje del presidente bielorruso se produce días después de que el jefe de la diplomacia china, Wang Yi, se reuniera en Moscú con Putin.
Tanto Lukashenko como Xi se han deshecho en halagos mutuos y han descrito la amistad entre sus países en los términos más estrechos.
Pero ¿qué hay detrás de este acercamiento estratégico? ¿Busca China cerrar filas con Rusia y sus aliados, como aseguran algunos observadores?
Estrechas relaciones
"Xi Jinping está buscando posicionarse en esta guerra, intentando entender hasta dónde piensa Putin llegar. Y Lukashenko es un buen interlocutor para ello", analiza Samantha de Benderm, investigadora asociada del programa Rusia y Eurasia de Chatham House.
