
Conoces a alguien, seguramente, que ha tenido un ataque de ansiedad. O una crisis. O un episodio. Puede que tú mismo. Sobre la ansiedad se habla mucho, pero ¿sabemos qué es?, ¿la identificamos correctamente?, ¿la tratamos? En EFEsalud, gracias a un psicólogo y a una neurocientífica y con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, intentamos aclarar qué es, qué provoca y qué hacer si aparece este “tipo de miedo” que nos expulsa de la realidad.
Elena Gallardo Morillo es profesora del Máster en Neuropsicología de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Dice: “La ansiedad, para que le pongamos nombre y apellido, es un tipo de miedo, y el miedo es el principal caballo de batalla de nuestro cerebro, una de las emociones más temidas. Es, más concretamente, un miedo anticipatorio a posibles situaciones que imaginamos que se van a dar pero que puede que nunca se den”.
Psicólogo y psicoterapeuta, Sergio García Soriano explica que “la ansiedad es un estado de tensión” que “afecta en el día a día”. ¿Y cómo afecta? Responde: “De alguna manera no estamos en la realidad, sino que estamos sobreesforzados. Si tenemos ansiedad, tenemos un sentimiento desagradable sobre nuestro día a día porque vamos a percibir situaciones amenazantes cuando realmente no las hay”.
Causas distintas, consecuencias iguales
Miedo, sobreesfuerzo, aceleración, amenaza… Son palabras relacionadas con la ansiedad. Como la inquietud, la alerta o la sobrevigilancia. Una persona que vive con miedo a algo que pueda pasar, como en estado de alerta constante, es una persona que se pasa el día “analizando constantemente, proyectando cosas que quizá nunca sucedan”, afirma Gallardo.
Es agotador. Recalca la neurocientífica que la persona afectada mostrará dos tipologías de efectos: por un lado, pensamientos no deseados e intrusivos y exceso de ruido mental, y junto a ello, un sentimiento “exacerbado” de miedo y de estrés; por otro, la “niebla mental”, la falta de atención, la sensación pertinaz de cansancio y pérdidas de memoria.
Pero de dónde viene la ansiedad. Depende de la persona. ¿Y a dónde nos lleva? Aquí sí que existe un territorio de experiencias comunes. Gallardo subraya que “cuando alguien sufre ansiedad, y la sufre de una manera continuada constante, mantenida en el tiempo, lo que comienza a ser nocivo, va a experimentar un mayor número de cambios que alguien que sufre ansiedad de modo puntual”.
La profesora se refiere a “cambios físicos” acompañados de taquicardia, tensión muscular (de ahí las contracturas) o sudoración excesiva.
Está la ansiedad como trastorno entonces, pero también una ansiedad “adaptativa”, relacionada con la supervivencia, porque, como asegura García, “hay elementos que son amenazantes y que se tienen en cuenta para la planificación” de la propia vida. Y están los grados de la ansiedad, incluido el trastorno de ansiedad generalizada.
La ansiedad es tan mental, apunta el psicólogo, que nos relaciona con la realidad desde la tensión, esa amenaza citada antes, lo que se traduce en manifestaciones somáticas. Palpitaciones, temblores, cefaleas, la boca seca, la sudoración…
La ansiedad irrumpe en la persona según sea la persona, pero los efectos hablan un lenguaje común. El miedo es clave, el miedo “a perder el control”, por ejemplo, o “la sensación de agobio”. La ayuda profesional se hace importantísima porque, mediante entrevistas, es posible llegar a ese origen concreto.
Contra la ansiedad: ayuda profesional y cuidado con la IA
Fundamental abordar la ansiedad, no es algo que va y viene, se presenta y se va. “Identificado el ‘esto me está pasando’”, indica Gallardo, conviene tomar medidas, y entre todas las posibles remarca el cuidado de la atención.
“Una de las cosas que siempre planteo es cultivar la atención, el ‘vamos a dedicarnos un tiempo diario’”, afirma. Habla de emplear 5, 10, 15 minutos en trabajar la atención con meditación, contemplación, dedicación a uno/a. “Si no, el cerebro, lo que va a hacer, es seguir, constantemente, rumiando pensamientos y generando una alta excitabilidad. Así que necesitamos poner el cerebro a cero, restablecer sus valores normales”, añade.
Y fundamental la ayuda profesional, incide García, porque el análisis compartido permite poner en común los elementos que producen malestar, y a partir de ahí, trazar vías para cambiarlos.
¿Sirven las aplicaciones de IA? García responde: “No es una conversación entre dos humanos… Es un sistema de lenguaje cerrado que ofrece una apariencia de conversación, pero no es una conversación, así que quienes lo usan como psicólogo o están descentrados o no están haciendo lo que corresponde. Te puede responder qué es la ansiedad, pero si le cuentas tus problemas te va a llevar a error”.
Gallardo sostiene: “No estoy a favor porque la IA, aunque depures mucho, lo que hace al final el algoritmo es cruzar datos, y si bien esos datos pueden estar soportados en estudios, en la evidencia científica, esos datos nunca van a sustituir a la experiencia profesional y a la aportación que un profesional pueda dar”. Corolario: “Como motor de búsqueda, estoy en contra, y es contraproducente porque va añadiéndose más ruido a las cabezas”.
Los actuales estilos de vida
Normalizar la ansiedad es enemigo del abordaje profesional de la ansiedad. La profesora de la UNIR reconoce que “entrar en un estado de ansiedad constante porque has normalizado vivir así en el trabajo, o en la familia… Perder de perspectiva eso y estar en la rueda de ‘soy así y me siento así’ no es favorable”.
La confusión tampoco ayuda, y García detecta mucha confusión. “Decir ‘tengo un poco de ansiedad’ pero luego no me lo miro o no pienso que sea un problema” suele traducirse en no buscar soluciones. Resulta clave ir al origen de lo que sea que produce malestar. La mayor sensibilidad social sobre salud mental contribuye, pero también provoca que mucha gente ni quiera viajar a ese origen.
“Queda todavía mucho por hacer, y en ocasiones, en los medios de comunicación el enfoque ha sido más desde el show que desde la realidad que acontece dentro de una persona que tiene ansiedad”, concluye.
Para Gallardo, que cada vez se hable más de salud mental es positivo, pero respecto a la ansiedad enfatiza que, al depender tanto de la experiencia de la persona, de su modo de vida, su ritmo, el riesgo más importante es que se pueda normalizar.
Llama a trabajar y hacer más desde el autoconocimiento, siempre con guía de profesionales. Disponer de herramientas propias (ejercicio, meditación, etc.) resulta crucial.
Lanza esta reflexión: “Vivimos en unos tiempos en los que los actuales estilos de vida nos llevan a vivir acelerados y a perder lo más importante para nuestro cerebro, que es la atención”.
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EFE
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