Aburrimiento

Recuerdo como si fuese ayer la respuesta de mi papá cuando le dije que estaba muy aburrido hace alrededor de seis décadas, en respuesta a su negativa para darme permiso a salir a la calle en bicicleta a fines de abril de 1965. “Sólo los burros se aburren”, sentenció.
La revolución no parecía, para mi razonamiento infantil, suficiente motivo para estar obligado a quedar en casa.
El peligro se hizo muy real cuando a mi hermano menor Fernando casi lo matan los casquillos del ametrallamiento al Palacio Nacional por aviones que disparaban mientras pasaban un picada sobre Gascue. Recordé las sabias palabras de mi papá al leer que el Papa León XIV advirtió este domingo en Roma que los jóvenes de hoy deben evitar sucumbir ante todas las incitaciones del aburrimiento, el conformismo o la mediocridad.
El pontífice habló ante más de un millón de jóvenes católicos de todo el mundo que visitan Roma, en la misa final del Jubileo dedicado a la juventud.
¡Qué inmensa paradoja! En este 2025 en que niños y jóvenes viven teniendo al alcance de los dedos todo el conocimiento acumulado por la humanidad, en vez de disminuir el aburrimiento, el conformismo y la mediocridad, estas taras aumentan al ritmo de los adictivos juegos o entretenimientos en los celulares, tabletas y computadoras vía los prodigios de la Internet, la informática y la inteligencia artificial. León XIV exhortó a que “aspiren a grandes cosas”.
He venido a Roma con hijos y nietos y al ver cómo miran los asombros de esta bellísima ciudad, di gracias a Dios por permitirme mostrarles qué lograron gentes ordinarias quienes vivieron vidas con propósito, sin aburrirse nunca.