Parece que el presupuesto de la Cámara de Diputados es suficiente para cubrir las necesidades propias de sus actividades normales, que hasta sobran para que los “honorables” legisladores puedan gastar unos dineritos para satisfacer el simple gusto del disfrute de habichuelas con dulce.
Sólo así se pudiera explicar que la presidencia de ese organismo otorgara entre 50 y 100 mil pesos entre los 198 diputados para que cubrieran los gastos de las habichuelas con dulce en sus respectivos municipios.
El cálculo sería cuantioso, pero habría que esperar un informe para saber quiénes cumplieron o no con el mandamiento y quiénes de sus seguidores o no gozaron de ese deleite. Lo correcto sería que la Cámara de Diputados ofreciera un informe sobre la inversión, que parece no hace ninguna “roncha”.