
Transcurrido un año del segundo período gubernamental del presidente Luis Abinader, a su gobierno le ha estallado una serie de situaciones no favorables que afectan la imagen de la administración en sentido general.
No han surgido en el tiempo que lleva la segunda gestión; vienen arrastradas desde su primer mandato y están estallando ahora, dejando un gran impacto en la sociedad.
El Gobierno dejó crecer el comentario de que no tiene obras que mostrar, sabiendo que quien calla otorga.
Sin embargo, fue después de cinco años que se respondió a esa versión, con una campaña publicitaria que informa sobre la construcción de más de dos mil obras. Una respuesta innecesariamente tardía, porque las dos mil obras no se hicieron en un solo año.
Otros temas sensibles que afectan a cualquier gobierno, porque golpean directamente a la población, son: la inflación, que arrastra el alto precio de los productos de la canasta básica; el alza del dólar, que provoca que todo suba; los apagones y la alta facturación eléctrica; y el popular “no hay cuarto en la calle, la cosa está mala”.
Lamentablemente, el Gobierno ha conjugado todos estos problemas de manera simultánea, además de los casos de corrupción que son una realidad, los supuestos intercambios de disparos que acumulan muertes y van a la contabilidad del Gobierno, y la arrogancia de algunos funcionarios, cuyo comportamiento dista de lo que debe ser un servidor público.
Muchos de ellos parecen creer que la posición los pone por encima de los gobernados, olvidando que su carrera política depende de su desempeño.
Si tienen mala memoria, recuerden a muchos exfuncionarios del PLD, que hoy no pueden dejarse ver públicamente.
Al presidente Abinader todavía le quedan dos años y once meses al frente del Estado y, durante ese tiempo, está obligado, junto a su equipo, a dar un giro de 360 grados para empezar a cambiar la imagen y la percepción negativa que ha venido creciendo.
Todavía tienen tiempo para girar la ruleta y mejorar la percepción ciudadana, si es que quieren dejar la posibilidad de que les vaya bien, o no tan mal, a sus candidatos presidenciales, municipales y congresuales en las elecciones de 2028.
De seguir como van, terminarán viendo desde el lado contrario, el mismo juego que jugaron en las elecciones de 2020.
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José Miguel de la Rosa
Egresado de la carrera de Comunicación Social, mención Periodismo, por la Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA). Posee diplomados en comunicación política, periodismo de datos, periodismo digital, entre otros. Cuenta con más de 13 años de experiencia en el ejercicio periodístico, con ...