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A veces, no se puede

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📷 Ana Blanco

A veces, simplemente no podemos hacer nada. Así de real, así de duro. Crecemos con el convencimiento de que, ante cualquier situación, existe una solución que viene dada por una acción que podemos tomar.

Una de las enseñanzas más fuertes que la vida te trae es cuando te enfrentas a algo por primera vez, ante lo que intentas absolutamente todo lo que está al alcance de tu mano, y no sirve para nada.

Es frustrante, doloroso y sobre todo te deja una sensación enorme de fracaso. Quisiera decir que las siguientes veces son más fáciles, pero creo que es algo que realmente no mejora. Todo va a depender de la forma de encajar los golpes de cada quien.

Pero esa sensación de tirar la toalla, de aceptar que hay algo ante lo cual simplemente no hay nada que puedas hacer, es difícil de encajar, más aún en esta sociedad en la que siempre se vende el éxito y el nunca dejar de intentarlo.

Cuando esa situación que no puedes solucionar se transforma en una obsesión, es un verdadero problema para ti. Es mejor dejarlo ir.

Aceptar que, por mucho que hayas tratado de alcanzar una salida, no la hay. No puedes hacer nada más. Dicen que muchas veces es más importante el camino que recorres para llegar a algo, aunque no lo logres.

Con el tiempo he llegado a entender esa afirmación. Sin embargo, también creo que, cada vez que piensas en ello, esa sensación de fracaso no te abandona. Con el tiempo le vas quitando la importancia que tuvo cuando pasó, pero se queda ahí como en el rinconcito de lo no logrado al que no te gusta regresar.

Consuela pensar que esos momentos refuerzan tu capacidad de resiliencia, pero cuantas menos veces ocurra, sinceramente, mejor.

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