Qué cierto es que cada persona tiene su ritmo. Hay quienes son pura adrenalina, otros van a cámara lenta. Al final lo importante es encontrar aquel que se adapta a las necesidades y a las aspiraciones de cada uno.
Pero siempre habrá quien trate de imponer su ritmo, de opinar sobre el de los demás. Y ahí es que entra la reflexión de hoy, ¿por qué hay que criticar a los demás aquello que no queremos que decidan por nosotros?
La opinión fácil está a la orden del día, todos tenemos algo que decir de los demás, y más aún si nos escondemos tras el anonimato de las redes sociales.
Sé que ya he hablado de esto, pero no deja de sorprenderme que cada día es peor y de forma más agresiva. Entonces las personas más jóvenes, aquellas que están buscando su propio ritmo y su propia voz se ven presionadas por una manada que les lleva a cambiar para encajar y si no lo hacen se ven aislados, criticados y en ocasiones ridiculizados.
Siempre he pensado que aquellas personas insatisfechas con su propia vida, con lo que son y lo que hacen son las más propensas a estar pendientes de lo que hacen los demás.
Si esto fuera para aportar de manera positiva, bienvenido sería, pero la mayoría de las veces es para lo contrario, para crear algún chisme o algún relajo que acaba fuera de control.
Muchas veces me dicen que no tengo filtro, que digo las cosas de manera brusca, pero si alguien cruza un límite conmigo o con alguien a quien aprecio se lo voy a decir, si alguien opina sin aportar, se lo voy a decir.
Recuerden: si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo vayas a decir.