En este periodo de desasosiego e incertidumbre que vive República Dominicana, fruto de la pandemia, ¿cuál es la expectativa del pueblo? ¿A qué debería aspirar la sociedad dominicana, en su conjunto?
Primero, a un buen estado de salud, de manera colectiva, evitando a toda costa la propagación del coronavirus, siguiendo todos los protocolos que recomiendan las autoridades del Ministerio de Salud Pública.
Y segundo, y no menos importante, a garantías plenas por parte del Gobierno para consolidar una mejora del gasto que impacte la economía y el presupuesto doméstico de los hogares dominicanos.
¿De qué forma se lograría? De una manera muy sencilla: a través de un aumento en la producción, creación de empleos y eliminar los dispendios.
A eso habría que sumarle otro reajuste importante, que tiene que ver con precios reales de la tarifa eléctrica y los combustibles.
En esos dos rubros, que se conectan directamente con el precio deprimido que tiene el barril de petróleo, estaría la fórmula eficaz para que el pueblo dominicano pueda gozar de un ahorro nacional muy significativo.
Ese ahorro incidiría directamente en la canasta familiar, pues el peso de la electricidad y los combustibles en la cadena de precios es sustancial.
La creación de empleos es una prioridad, pues se cuentan por decenas de miles los que se han perdido en estos últimos diez meses como consecuencia de la pandemia.
El empleo pone en el seno de las familias los recursos para subsistir, pero para que rinda los pecios de la canasta familiar deben ser estables y razonables.
En las últimas semanas hemos visto un aumento en los precios de productos agropecuparios. Eso así, en cierta medida, por la reducción de la producción y el aumento de consumo de productos alimenticios.
El pueblo aspira a que se tengan controlado los indicadores macroeconómicos para que el dinero le rinda a las familias.
