A propósito de Píndaro, el criollo

A propósito de Píndaro, el criollo

A propósito de Píndaro, el criollo

Con apenas mencionar el nombre de Píndaro, sobre todo, si se tiene alguna noción acerca de literatura y cultura universales, de inmediato nos remitimos al considerado más grande de los poetas líricos de la Grecia antigua, conocido, entre otras obras, por sus epinicios, es decir, cantos triunfales u odas asociados a las Olimpiadas de su tiempo, el Píndaro de la Liga Beocia, cuyo nacimiento se estima hacia el 518 a. de C., y su fallecimiento tuvo lugar en Argos en el 438 a. de C.

No obstante, cuando nos situamos en el ámbito del periodismo de opinión en nuestro país, en el siglo XXI y en lo que de modernidad tardía globalizada hemos podido asimilar en tanto que sociedad y cultura, el nombre de Píndaro nos lleva, irremisiblemente, al personaje, al alter ego creado por el destacado mercadólogo y fotógrafo artístico Herminio Alberti León, para sus artículos, de ascendencia dialógica socrática y platónica, sobre una vasta diversidad de temas, publicados en su columna del prestigioso periódico “Hoy”.

Píndaro, en su atrevida versión dominicana, y más prosista que poeta, coloca de lado el encumbrado tono expresivo lírico de su antecesor griego, para asumir la voz de aquellos que no suelen tenerla, los marginados de los poderes fácticos, personificando denuncias de males institucionales, éticos y sociales, pero también, comentarios artísticos y literarios, crónicas de viajes y la exaltación de los auténticos valores de la dominicanidad.

De ahí sus preocupaciones, siempre atipladas por una prosa que conecta con el habla coloquial del pueblo, en torno a asuntos como la debida transparencia en el manejo de los recursos públicos; el carácter individual y grupal de la juventud y las nuevas generaciones como entes socialmente activos; la necesidad de apoyo por parte del Estado a las actividades educativas, artísticas y culturales; el impostergable reto de desarrollar la innovación como parte esencial de la visión estratégica y la ciudadanía corporativa de las empresas privadas y públicas; el civismo como fundamento del verdadero patriotismo, así como también la protección del medioambiente y los recursos naturales como contrapeso al cambio climático que genera el calentamiento global, además del reconocimiento a personalidades e instituciones del arte, la educación, el altruismo y la cultura como entes que han de modelar la conducta ciudadana, entre otros.

Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon, adujo en su disertación de ingreso a la Academia Francesa titulada “Discurso sobre el estilo”, el 25 de agosto de 1753, que el estilo es esencial al hombre, porque es la expresión escrita de nuestra individualidad; es lo que nos hace ser lo que somos, lo que nos identifica, al pensar y escribir, como seres individuales que vivimos en sociedad. El estilo es, acotaba, el orden y el movimiento que se pone en los pensamientos.

La prosa de Herminio Alberti León, contextualizada en el periodismo de opinión, pero, siempre henchida de creatividad, es clara expresión de la vivacidad de su personalidad como hombre y como artista.

Escribe parecido a como habla, aunque no exactamente igual, porque tamiza las ideas al escribir, y por ello, los de exclamación son los signos que más sentido y tono emocional imprimen a sus oraciones gramaticales.

Los escritos de opinión del autor de “Iniciativas de Píndaro, Tomo I” (2019), nutridos muchas veces por un aprovechamiento certero y sagaz del refranero dominicano, como fundamento de sabiduría popular, trascienden la función informativa del diario para instalarse en la privilegiada zona de la acción trascendente, esa que, apoyada en el acontecer de lo presente, apunta hacia una mejor sociedad, un mejor ciudadano y la salvación del porvenir de la humanidad.



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