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A propósito de inmigradeportados

A propósito de inmigradeportados
Ricardo Vega.

Si por haberme integrado inconsciente al grupo que traspasó la impenetrabilidad de la frontera mexicana, la casualidad me otorgara el privilegio de definir el relato «Solito», de Javier Zamora, respondería que es un viaje introspectivo a la acritud latinoamericana.

Con apenas 9 años, Javiercito asume el sueño americano en un periplo de tres mil kilómetros, desde La Herradura (El Salvador) hacía California, atravesando ciudades, países y el ardiente desierto de Sonora. Deja atrás todo lo que le era familiar y guiado por coyotes, finalmente reencuentra los padres, exiliados por la guerra que sacudió su país (1980-1992).

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Es una historia angustiosa. A menudo desgarradora. La inocencia del joven y las limitaciones de su discernimiento sobre el peligro que conlleva la hazaña hace brotar de manera espontánea momentos de humor, camaradería e incluso disfrute.

Narrado en primera persona, este testimonio permite digerir con facilidad cada escena de sus nueve capítulos, prescindiendo del rigor mágico tradicional a que nos tiene acostumbrado lo novelado. Exégesis humanizante que convierte al lector en parte integral, cómplice o testigo de lo vívido.

La solidaridad, el amor, la bondad y el agradecimiento, encarnados en Javiercito, El Chino, Patricia y Carla, despiertan un sentimiento duradero sobre un hecho que de alguna forma nos importa.

El realismo literario originario de Edmond Duranty (1833-1880), Jules Husson y luego de Juan Rulfo y Asturias. Mundo que perturba a través de la mezcla conflictiva de planos. Exalta expresiones, hábitos y costumbres socioculturales: salvadoreña, guatemalteca, mexicana, hasta citar incluso «El Venao», la melodía del dominicano Ramón Orlando Valoy.

Abundan los pronombres y apodos, el rejuego de palabras y voces improvisadas en medio de la efervescencia de ese pícaro y repentino sentido del humor que  permea la sangre caribeña.

Más allá de lo literal y literario «Solito» recrea un sesgo social comparable con El Proceso kafkiano. Ha de ser tomado en cuenta para entender la tragedia migratoria de nuestros tiempos que, como diría Virginia Woolf: «nos mete el cuchillo entre las junturas del cuero con el que la mayoría de nosotros estamos cubiertos».

Al final subyace un moralégico mensaje: Unificada, la comunión multicultural latinoamericana puede superar cualquier barrera. 

Esa luz en la que termina el «bichito» tras la odisea de casi sesenta días es la culminación de un discurrir tortuoso. Pero esperanzador. Una puerta que se abre en la novela para los Javiercitos que apuestan a un futuro más promisorio.

Lea también también: Inmigración haitiana: crónica de una tragedia interminable

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