República Dominicana exportó en 2022 tres veces más a la Unión Europea que en 2008.
No sólo cacao y guineos, sino también cosméticos, dispositivos médicos, educación en línea, filmaciones y medicinas.
Esto no es casualidad. Junto a los países de CARICOM, la RD suscribió el 15.11.2008 el Acuerdo de Asociación Económica (EPA) entre el CARIFORO y la UE.
El EPA fue el primero en poner el comercio al servicio del desarrollo; en liberalizar el comercio entre dos regiones con distintos niveles de vida; y en permitir mayores plazos de liberalización y exclusiones permanentes de productos caribeños sensibles.
Fue además el primero en liberalizar sin cuotas ni aranceles el mercado de la UE; y en abrir el comercio de servicios de la UE, incluyendo la cultura y ciertos oficios y profesiones de interés caribeño.
Aun así, el resto del Caribe todavía no ha logrado incrementar ni el volumen ni la gama de productos exportados a la UE, pese a tener acceso libre y de no requerírsele visado Schengen.
Tampoco ha aumentado significativamente el comercio entre los países del Caribe, pese a contar con la llamada “preferencia regional”, en virtud de la cual la apertura conferida a la UE por cada uno debe dársele también al resto.
La UE, principal potencia comercial del planeta, sí que exporta mucho más hacia la región. Aun así, su participación en el comercio regional sigue a la zaga de China y EE. UU.
Al celebrar 15 años de la firma del EPA, queda claro que el acuerdo dista mucho de haber alcanzado la equidad buscada en un acuerdo asimétrico diseñado para potenciar el desarrollo a través del comercio.
Hay que asegurar su plena ejecución, exigiendo sin mayor dilación su ratificación a los seis países que lo tienen todavía pendiente. Es necesario fortalecer el bilateralismo en el Caribe, para sentar las bases de la mayor integración buscada con la preferencia regional.
Para ello República Dominicana fortalece su presencia diplomática caribeña. También consolida operaciones acereras y azucareras e invierte en cervecerías, fertilizantes y refinerías de petróleo.
Hay que crear ese comercio que no fluirá automáticamente a pesar de la apertura, mediante “semanas caribeñas” en países europeos que conecten compradores y vendedores.
Hay que diversificar la producción caribeña mediante inversiones orientadas a las exportaciones relevantes para la seguridad económica que demandan estos tiempos.
Uno de los muchos ejemplos posibles es el de los minerales críticos, los cuales abundan en el Caribe.
Su extracción e industrialización integrará de manera irrevocable a la región a las cadenas de suministro de la nueva economía verde y digital que acordamos juntos construir en la Cumbre ALC-UE del 2023.
De ahí la relevancia del “regionalismo abierto”, vieja idea de la CEPAL, para contar con cadenas de suministro de dimensión continental que incrementen la resiliencia del comercio entre la UE y América Latina y el Caribe ante futuros choques, como los sufridos por el cambio climático, el COVID-19 y la guerra de Ucrania.
He aquí la agenda de los próximos 15 años.
¡Trabajemos por ella!