Munetaka Murakami llegó con bombos y platillos al Clásico Mundial. La idea de una parte media del lineup de Japón conformada por él, Shohei Ohtani y Masataka Yoshida ilusionaba a todo el país asiático.
La ofensiva de Japón ha tronado desde el inicio del torneo. Sin embargo, Murakami había sido el último en responder. Llegó al compromiso del lunes habiendo conectado apenas cuatro imparables en sus primeros cinco encuentros, para un promedio de .235 sin ningún jonrón y sólo tres impulsadas.
Hasta que llegó el juego contra México, cuando el potencial de esos tres cañoneros encontró su punto más alto en el momento justo.
En la novena entrada, y a tres outs de la eliminación, Ohtani conectó un doblete con el que exhibió otra de sus herramientas, alcanzando una velocidad en sprint de 27.8 pies/segundo — más de 27 se considera “competitiva”, mientras que 30 o más es “élite”. Luego, Yoshida, quien ya había dado un importante bambinazo de tres carreras más temprano en el juego, recibió un boleto, significando la carrera de la clasificación a la final.
¿En el plato? El hombre que viene de dar 56 jonrones, impulsar 134 y batear .318 en la Liga Profesional de Japón, para llevarse la primera Triple Corona de su país desde que Nobuhiko Matsunaka lo hizo en el 2004. En general, se convirtió en el octavo jugador en la historia de la liga en conseguirlo.
Ante el mal momento, Murakami confesó que llegó a pensar que el manager Hideki Kuriyama saldría con un bateador emergente en su lugar.
“También se me pasó por la mente tocar la bola”, comentó el antesalista. “Pero el manager me dijo que hiciera lo que sé hacer. Sabía que tenía que responder. Había tenido muchas oportunidades y no había podido hacerlo. Estaba decepcionado, pero el coach Kuriyama me dijo que tenía que batear”.
Murakami conectó un doblete hacia la pradera central, con el que anotaron ambos corredores. Japón dejó a México en el terreno y aseguró el boleto a la final del World Baseball Classic, en donde enfrentará a Estados Unidos a partir de las 7 p.m. ET, en busca del tercer título en un Clásico para la selección.
“Creí en él”, dijo Kuriyama, quien lo mantuvo de quinto en el orden a pesar del bache en el que estaba su cañonero. “Sé que se sentía mal al respecto. Pero yo quería que le demostrara al mundo de lo que es capaz. Él puede batear en los momentos críticos. Quería que la gente en Estados Unidos pudiera verlo”.
No sólo fue su manager. Todo el conjunto de Japón confiaba en las capacidades de Murakami. Sabían que en algún momento despertaría. Y así fue. En el momento justo.
“Fue lo mejor. Épico. Siempre creí en él”, señaló Yoshida, quien anotó la carrera del gane. “Todos sabemos [la clase de bateador que és]. Y él también lo sabe”.
Además de conseguir la Triple Corona en el 2022 con los Yakult Swallows de Tokio, el cañonero de 23 años impuso un récord con sus 56 jonrones para un jugador nacido en Japón; una marca que fue intocable durante 58 años, que logró Sadaharu Oh con 55 bambinazos en 1964.
El récord absoluto lo tiene Wladmimir Balentien, quien empalmó 60 vuelacercas en el 2013.
Pero a pesar de todos los batazos importantes y los récord que ha logrado Murakami en su corta carrera en el béisbol profesional, lo hecho el lunes, en un juego en el que terminó yéndose de 5-1 con dos empujadas y tres ponches, tendrá un lugar importante en su memoria.
Murakami se presentó al mundo occidental. El hombre récord de Japón impulsó a su selección hacia las finales del torneo. Vistiendo orgullosamente los colores de su país.
“Desde niño veía a Ichiro [Suzuki] jugar en el Clásico y yo sabía que en algún momento yo también lo haría”, expresó. “Este fue un momento memorable para mí”.