A la gente le cuesta identificarse con Joshua Steven Riibe
Santo Domingo.-Ante la ley. Doce días después del trágico 6 de marzo, jueves, cuando salió solo de la playa de Bávaro a la que había entrado en compañía de Sudiksha Konanki, el estadounidense Joshua Steven Riibe se hallaba en el banco de un tribunal de Higüey, de donde esperaba salir con la orden de que se le entregara su pasaporte para irse a casa.
El suyo es un enredo legal, pero también el drama humano de un hombre de apenas 22 años que salió de su país para regalarse unos días de vacaciones antes de la primavera y envolverse a continuación en la cotidianidad de su Iowa natal, un estado del centro norte de los Estados Unidos de América.
La decisión del juez Edwis Rijo y las razones en las que sustentó su resolución son conocidas: puede moverse en libertad en su condición de testigo y decidir sobre el pasaporte no es facultad suya.
Hasta ahora el caso se ha mantenido en el interés de una gran parte la población, que no puede evitar el ponerse en el lugar de una muchacha de 20 que se fue a la playa antes del amanecer de un jueves en un hotel del Este del país y desde entonces no se ha tenido de ella rastros ni noticias.
Y acaso por algo de recelo hacia el joven que la acompañaba, que se fue a su habitación del hotel Riu República y se desentendió de ella, quienes esperan cada día que fuera hallada vagando a orilla del mar, nunca se han detenido a imaginarse cómo este hecho ha cambiado para siempre la vida de dos familias, pero particularmente la de Joshua Steven Riibe.
En lo complicado de su situación entra que a la joven Konanki no se la encuentra viva ni ahogada, que es el único testigo de lo sucedido con ella y que habría dado versiones diferentes en interrogatorios sucesivos.
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